Aguilera remarcó el "criterio visionario y sentido histórico de los presidentes de la época, que permitieron la ruptura de un ciclo de autoritarismo y guerra para encauzar la paz y la democratización" de la región.
Los días 6 y 7 de agosto de 1987 en Ciudad de Guatemala, los presidentes Óscar Arias Sánchez, de Costa Rica; José Napoleón Duarte, de El Salvador; Vinicio Cerezo Arévalo, de Guatemala; José Azcona Hoyo, de Honduras y Daniel Ortega Saavedra, de Nicaragua, firmaron el Acuerdo de Esquipulas II con el objetivo de "asumir plenamente el reto histórico de forjar un destino de paz para Centroamérica", según sostiene el preámbulo del texto.
Según el representante de Guatemala, los mandatarios "lograron por medio del diálogo encontrar el camino para superar diferencias profundas que existían entre países y ponerse de acuerdo en un proceso de paz y democracia".
Guatemala solicitó que se incluyera en el orden del día de este miércoles la conmemoración por el 30 aniversario de la firma del acuerdo.
De acuerdo a Aguilera, Esquipulas II fue un "procedimiento concreto para hacer realidad" en América Central "los principios de democracia y libertad".
Señaló, sin embargo, que el objetivo final del acuerdo "aún está en construcción", ya que Centroamérica es actualmente "una región afectada por problemas sociales y de seguridad".
Por su parte, el representante de Costa Rica, Rogelio Sotela, calificó a Esquipulas II como "un punto de inflexión en Centroamérica", a partir del cual la región entró en un "proceso de democratización".
Sotela coincidió con Aguilera en que si bien los acuerdos "transformaron" a América Central, todavía hay "mucho trabajo por delante".
"Todavía nos falta conquistar la paz que lleva superar la pobreza, la exclusión y la desigualdad", explicó.
El representante permanente de El Salvador, Carlos Alberto Calles, observó que "quizás el aprendizaje" del "cruento" período de guerras civiles que atravesó la región durante más de 20 años se puede aplicar actualmente para buscar "soluciones políticas" a los conflictos.
El Acuerdo de Esquipulas II, que consta de 11 puntos, expresó el "compromiso" de "erradicar" la guerra de la región y "hacer prevalecer el diálogo sobre la violencia".
La resolución llamó en su primer punto a la "reconciliación nacional" en aquellos países donde se habían desarrollado guerras civiles, estableciendo amnistías y creando una Comisión Nacional de Reconciliación.
Se exhortó a la "democratización" de estos países, con elecciones libres y el cese de cualquier apoyo a "fuerzas irregulares" o "movimientos insurreccionales", así como el compromiso de "impedir" la utilización del propio territorio para organizaciones o grupos que buscaran "desestabilizar" a los gobiernos de la región.
Entonces, El Salvador, Guatemala y Nicaragua atravesaban sendas guerras civiles, coletazos de una Guerra Fría que languidecía arrastrada por el derrumbe de la Unión Soviética, y que en ambos casos se extenderían hasta principios de la década de 1990 dejando decenas de miles de muertos, desaparecidos, refugiados y desplazados.
La firma del acuerdo supuso un paso importante para el fin de los conflictos en estos tres países, que afectaban a las naciones vecinas cada vez en mayor medida, ya fuera por cuestiones políticas, militares o humanitarias.
El Acuerdo Esquipulas II tuvo el apoyo de la Comunidad Económica Europea y del entonces papa Juan Pablo II.
Las dos instancias de acuerdo surgieron del llamado Grupo Contadora, nacido a inicios de 1983 e integrado por Colombia, México, Panamá y Venezuela, países que actuaron como mediadores entre las partes en conflicto en las naciones centroamericanas que estaban entonces en guerra.