A diferencia de los Jlistí (flagelantes, en español) —otra secta del Imperio ruso que en sus asambleas se azotaban con ramas o telas entorchadas y se sumergían en sesiones de éxtasis y de trance colectivo, además de practicar una frenética actividad sexual— los skoptsi, a primera vista, parecían ser mucho más discretos.
En el Imperio ruso, las personas que practicaban abiertamente esta actividad eran perseguidas por las autoridades y terminaban exiliados en Siberia.
— Вобля news (@news_nouvelle) 21 февраля 2017 г.
Sin embargo, estas restricciones no pudieron retener a los que querían formar parte de este grupo, que ya para la segunda mitad del siglo XIX tenía más de 6.000 miembros en las regiones de Tambóv, Kursk, Oriol y Siberia, incluso, muchos historiadores afirman que en su cúspide casi llegaron al millón.
Se autodenominaban 'Blancas Palomas' porque la condición esencial para entrar en la organización era 'hacerse blanco', lo que en su jerga significaba 'castrarse'. Las comunidades de skoptsi eran conocidas como 'barcos' y cada 'barco' tenía su propio 'timonel', un líder que tenía un gran poder sobre los otros miembros de la secta. La mujer que ayudaba al 'timonel' era considerada como la Madre de Jesús.
Existía toda una serie de esquemas para involucrar en la unión a los novatos:
1. Castrar a los familiares menores de edad;
2. Esclavizarlos;
3. Pagar por los siervos que prometían castrarse;
4. Seducir con dinero.
5. Difundir las ideas de 'limpieza', muy popular entre los jóvenes.
Creían que cuando su número de fieles llegara hasta los 144.000, empezaría el juicio final, que marcaría la victoria global del movimiento.
La gente decía que la comunidad de los skoptsi financiaba de manera activa a ciertas organizaciones, como por ejemplo, a los primeros revolucionarios rusos, miembros de la organización Naródnaya Volia.
Además, los skoptsi son frecuentemente mencionados en la literatura clásica rusa. 'El Idiota' y 'El sueño de un hombre ridículo' del ruso Fiódor Dostoyevski es un ejemplo de ello.
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