Encabezados por el líder de este movimiento, Vasili Lubkov, fundaron San Javier una próspera colonia rural en la que mantuvieron su religión. Tras la Revolución de 1917, Lubkov y algunos colonos volvieron a Rusia, pero otros se quedaron en Uruguay.
Los años pasaron y se integraron a la sociedad uruguaya. Eso sí: sin olvidar jamás sus raíces en la lejana madre patria. Por eso, al llegar a San Javier, unas enormes matrioskas adornan la plaza principal. Y cada año, los descendientes de los pioneros festejan de la manera más rusa posible el aniversario del pueblo.
"Siempre se festeja el domingo más próximo a esa fecha. Se hace un almuerzo de confraternidad donde se reúnen familiares y amigos y algunos curiosos que vengan atraídos por ver lo que está ocurriendo. Finaliza con un gran espectáculo tradicional ruso y algunos artistas locales para imprimirle heterogeneidad al evento", dijo a Sputnik Nely Subotin, presidenta del Centro Cultural Máximo Gorki de San Javier.
Los primeros inmigrantes, provenientes de diversas zonas de la región del Cáucaso, se establecieron en el centro del país y fundaron el poblado. En la actualidad la celebración se ha convertido en un gran atractivo turístico.
Lea también: La sangre rusa del último muerto de la dictadura uruguaya
Comienza con una reunión en Puerto Viejo, donde desembarcaron las primeras 300 familias, y al mediodía se realiza un almuerzo en el club Máximo Gorki, donde se sirven platos y bebidas típicas que vienen pasando de generacion en generacion.
"Son las recetas que aprendimos de nuestras madres y abuelas. Este año se servirá sopa borsch como entrada, el plato principal será shashlik con ensalada y de postre piroj de zapallo [calabaza]", señaló Subotin, una de las encargadas de la organización de la celebración.
Otro de los puntos fuertes es el espectáculo artístico que ameniza la jornada con danzas tradicionales.
"Como invitados tenemos al grupo de danza Kalinka, fundado en la década del 70. Las canciones que interpretan son en ruso, y es una forma para que esta comunidad practique la lengua. Este año contamos con alrededor de 50 bailarines de seis años en adelante. Es una tradición de agradecimiento y una excusa para reunirse entre los seres queridos. Celebramos tener un lugar para vivir, donde podamos formar familia y tener nuestras tierras", concluyó.