No obstante, no han podido evitar los mismos errores de la Administración anterior, indica un reciente artículo de The Washington Post.
El autor de la nota, Josh Rogin, reconoce que el esfuerzo de Barack Obama y John Kerry por equipar y entrenar a los insurgentes —que fácilmente acababan en las filas extremistas— fue mal ejecutado y, probablemente, fue el factor clave para que Rusia interviniera.
No obstante, Donald Trump no debería ceder posiciones ante Rusia unilateralmente sin pedir antes algo a cambio. Es por eso que la decisión de suspender el programa de ayuda a los insurgentes que combaten contra el Gobierno de Damasco es una mala idea, opina Rogin.
Trump tampoco debería repetir el segundo error de la Administración Obama, cuando permitió a Bashar Asad e Irán expandir sus áreas de control. El subsecretario de Estado interino, Stuart Jones, principal encargado del Departamento de Estado en temas de Oriente Medio, señalaba que Damasco y sus aliados están utilizando el alto al fuego establecido en el suroeste del país para trasladar tropas al sureste y combatir a Daesh, que mantiene cercada la ciudad de Deir Ezzor.
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Por último, Trump debería aumentar el apoyo a las comunidades suníes, sino con armamento, sí con apoyo a la gobernanza local, la educación y los servicios básicos. Empoderar a diferentes líderes locales es un requisito necesario para cualquier tipo de estabilidad a largo plazo.
El Gobierno de Donald Trump no es responsable de los anteriores errores estadounidenses en Siria, pero sí es responsable de lo que EEUU hace ahora. En lugar de simplemente culpar a Obama y Kerry por el desastre, esta Administración debería aprender de las lecciones de ese fracaso, concluye el autor del artículo.