La sentencia dictada por el juez Sérgio Moro en Curitiba cayó como un balde de agua fría en la izquierda brasileña, apenas unas horas después de la sanción de la polémica reforma laboral impulsada por el impopular Gobierno de Michel Temer, también implicado en casos de presunta corrupción.
Los sectores cercanos al exmandatario cuestionan el hecho de que Moro lo haya condenado con argumentos sin pruebas concretas, de los cuales es "difícil [saber] los vínculos" que OAS habría establecido, dijo el entrevistado, quien subrayó el momento particular en el que la decisión de la Justicia salió a la luz.
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"Viene un día después de una reforma de las leyes del trabajo que cambia totalmente la reglamentación laboral de acá. Modifica la relación entre empleado y empleador, así que la condena de Lula sacó de pauta la discusión sobre la reforma", resaltó del Río.
Para del Río, en un contexto de impopularidad del Gobierno, con un índice de aprobación para la administración de Michel Temer que ronda entre un 3 y un 7% según las encuestas, el expresidente en el banquillo puede capitalizar "la insatisfacción de muchísima gente con esa persecución dentro del ámbito político".
Mientras Temer, al mando del país desde 2016 —tras el juicio político de la presidenta electa Dilma Rousseff— se tambalea en el poder con una aprobación "extremadamente baja", ya hay otras figuras que surgen, como el presidente de la Cámara de Diputados, Rodrigo Maia, "también imputado en varias causas".
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"Políticamente Brasil está en una situación de inestabilidad y está cooptado por un grupo que yo calificaría como delictivo, que tomó el poder y a base de sobornos está pasando leyes que a mediano plazo son insustentables", señaló.
Consultado respecto a posibles repercusiones en forma de manifestaciones, del Río indicó que Brasil "no tiene una tradición de gente reclamando en las calles", a pesar de que en 2013 se gestó una movilización social en respuesta a la corrupción pero que "va mermando".
"Ahora son grupos más militantes, pero la condena a Lula puede generar un proceso contrario: concentrar más gente en la calle. Las centrales sindicales y el Partido de los Trabajadores pueden movilizar bastante gente, pero es un escenario de bastante desgaste, tanto en lo económico como en lo político", dijo.