El padre del programa Hambre Cero, una política que contribuyó a sacar de la miseria a decenas de millones de personas en Brasil, fue también impulsor de ámbitos de protagonismo para las potencias emergentes, como el grupo BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica) y un intenso promotor de la integración latinoamericana.
Ganó su primera presidencia en octubre de 2002 con más de 52 millones de votos, el mayor caudal de la historia del país, cifra que superaría él mismo en los comicios de 2006, cuando recibió más de 58 millones de sufragios.
Estos logros se vuelven más notables si se considera su trayectoria completa: nacido en una familia campesina y muy pobre del Nordeste brasileño, emigró siendo niño a la pujante e industrial São Paulo, donde se convertiría en obrero metalúrgico.
Se inició en las luchas sindicales a fines de los años 60, mientras su país vivía una dictadura militar, y para inicios de los 70 era un líder sindical respetado.
Condujo una prolongada huelga contra la dictadura a inicios de los años 80 y fue por entonces cuando comenzó, con diversos dirigentes e intelectuales de izquierda, la creación del Partido de los Trabajadores (PT).
En 1983 fundó la Central Única de Trabajadores (CUT), logrando unificar a buena parte de los principales sindicatos paulistas.
Ya como miembro del PT fue elegido diputado en 1986, encabezando una corriente política que traería aire fresco al escenario político brasileño.
El triunfo solo le llegaría en 2002 y luego de que el PT escenificara una campaña electoral dirigida a tranquilizar al empresariado y a los sectores financieros.
Todo su prestigio comenzó a agrietarse durante su primer mandato, cuando estalló el escándalo del Mensalão (mensualidades), un esquema de pagos mensuales a políticos de todos los partidos para asegurar la aprobación de leyes en el Congreso.
Aunque Lula no fue imputado, muchos de sus principales colaboradores sí lo fueron, mostrando que el PT no estaba ajeno a la tradicional corrupción de la política brasileña.
Sin embargo, cuando se iniciaron las investigaciones conocidas como Operación Lava Jato (lavadero de autos), Lula acabó siendo imputado en varias causas relativas a un esquema de corrupción que tenía como eje la concesión de grandes obras de infraestructura energética de la empresa semiestatal Petrobras.
Estas denuncias fueron ampliamente difundidas por la prensa y el PT perdió en 2016 la presidencia que ostentó por 13 años, cuando fue destituida la heredera y mano derecha de Lula, Dilma Rousseff.
Lula, sin embargo, sigue siendo el político más popular de Brasil.
La última encuesta del Instituto Datafolha, divulgada a fines de junio, le otorgó 30% de intención de voto para las presidenciales de 2018, seguido del político derechista Jair Bolsonaro, con 16% .
Si la justicia confirma en segunda instancia la sentencia de este miércoles, Lula no podrá postularse a la presidencia.