Desde ese momento, explica Vesti, Alemania y Japón, dos locomotoras económicas que no reúnen las características propias de una potencia clásica —como un Ejército fuerte—, se hicieron un lugar importante en la arena internacional.
"Actualmente está volviendo a cambiar la dinámica de las cosas y ahora todo girará en torno a la cohesión social", aseguran desde Vesti, que añade que, como regla general, los países sufren dos problemas fundamentales en sus intentos por influenciar al mundo.
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"En primer lugar, los Gobiernos, como regla general, están tan ocupados intentando solucionar los problemas dentro de su país que después no tienen prácticamente recursos para influenciar más allá de sus fronteras. En segundo lugar, esos países se desgastan a sí mismos repeliendo los ataque de potencias externas que tienen como objetivo debilitarlo".
¿Por qué Estados Unidos es incapaz de mostrar una política exterior de consenso con la Administración Trump?, se pregunta el rotativo, a lo que responde diciendo que el problema está en que el presidente norteamericano se encuentra demasiado ocupado solucionando el descontento de la población y de las élites políticas.
"Comparen esto con la capacidad del presidente de Rusia, Vladímir Putin, de poner a su país en una dirección, o con el primer ministro indio, Narendra Modi, que realizó un giro por el planeta mostrando una India coherente, o con China, donde ningún actor externo logró explotar las discrepancias internas en su favor", dice Vesti.
El factor clave en todos estos casos resulta la unidad social y la coherencia del pueblo, teoriza el medio.
Cualquiera que desee controlar el mundo o, al menos, ser una figura clave en él, debe tener presente lo importante que resulta la cohesión social de su país y no solo la potencia militar o las relaciones económicas entre países, advierte el periódico.
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"Del mismo modo, aquellos líderes con la esperanza de cosechar grandes éxitos para su país deben estar preparados para fomentar el desarrollo y la cohesión social de su población civil, para elevar el bienestar social y para hacer de él un país seguro", según Vesti.
Así, las armas o el poderío económico no lo determinan todo en el siglo XXI: una sociedad sana se convierte en el tercer pilar de la potencia de una nación, concluye.