Ante la pregunta de por qué Europa se muestra escéptica con respecto a la construcción del gasoducto Nord Stream 2, llamado a conectar el gas ruso con el corazón de Europa, Said responde en Die Welt que no llega a comprender la posición europea.
"No puedo entender tanto escepticismo. No me suelo meter en política, pero nuestra organización ve en la postura adoptada por Europa motivaciones geopolíticas hacia el gasoducto", asegura.
El continente lleva años apostando por las energías poco contaminantes y el gas natural es el combustible fósil que menos contamina. Así que aunque Europa pretenda independizarse cada vez más del gas de su vecino, deberá comprárselo a Rusia.
"Si Europa ambiciona tanto reducir sus emisiones de CO2, no tiene otra opción que no sea el gas. El camino hacia las energías renovables es largo y estas deben ser complementadas con otros combustibles", recuerda Said.
Ante la pregunta de si es posible que Europa se decante por el gas natural licuado, que podría venir de Estados Unidos —algo que Washington espera conseguir—, el secretario general recuerda que el gas licuado es más caro que el que Rusia suministra a Europa y que el 88% del gas que abastece al continente llega por tuberías
"El gas de Rusia siempre acabará siendo más barato que cualquier licuado, llegue de donde llegue", concluye.