Liza Mazo, director regional de defensa civil citado por la agencia, afirma que no solo han sido los habitantes de la ciudad de Marawi los que se han visto forzados a abandonar sus casas sino también los residentes de las zonas próximas.
Según Mazo, la situación se agrava porque en los centros de evacuación se están dando brotes de enfermedades, casos alarmantes de gastroenteritis e infecciones. 26 personas han fallecido en hospitales por este tipo de dolencias.
"También se están dando casos de traumas psicológicos por los combates", asegura Mazo.
Mientras tanto, las fuerzas del Gobierno continúan combatiendo para retomar la ciudad, la que mayor población musulmana concentra de toda Filipinas, un país de mayoría católica.
El presidente del país, Rodrigo Duterte, decretó la ley marcial en mayo en el sur del país para poder lidiar con la crisis y aseguró el 30 de junio que el Gobierno acabaría con los terroristas.
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"No nos iremos [de Marawi] hasta que el último terrorista sea ejecutado", sentenció Duterte durante su discurso.