"Los ciudadanos de la UE son miembros preciados en nuestras comunidades y no vamos a pedir a nadie que se vaya de Reino Unido", declaró la primera ministra, Theresa May, al esbozar su "oferta seria" en el Parlamento de Westminster.
No hay un carnet nacional de identidad en Reino Unido y los intentos de introducirlo han tropezado con fuerte oposición política y social.
"Todos los ciudadanos de la UE (y sus familiares) en Reino Unido, independiente de cuando llegaron, necesitarán obtener un estatus de inmigración amparado por la ley británica", afirmar el documento del Gobierno.
May propone ofrecer un nuevo tipo de residencia, el "settled status" (estatuto de asentamiento), a los europeos comunitarios que lleven cinco o más años ubicados en Reino Unido.
La fecha en que se fijará la cuenta atrás se negociará junto con el resto de las cuestiones del divorcio de la UE.
El permiso de residencia se perderá "si una persona se ausenta del Reino Unido más de dos años".
El Gobierno May desafía una vez más al bloque de los 27 reiterando su la negativa a situar bajo el amparo de la Justicia de la UE la continuidad de los derechos de los comunitarios.
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"El Tribunal de Justicia de la UE no tendrá jurisdicción en Reino Unido", declara el documento.
El líder laborista, Jeremy Corbyn, acusó a May de utilizar a la ciudadanía como "moneda de cambio" en la negociación del divorcio.
"Su mandato está hecho añicos", espetó recordando la desastrosa campaña electoral de la líder conservadora que concluyó en una pérdida de diputados y la formación de un Gobierno minoritario.
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El reforzado dirigente de izquierdas desacreditó a la "débil primera ministra" que, según dijo en los Comunes, dirige un "gobierno débil" en una histórica fase de reorientación del Reino Unido.