El título del documental 'Agua sagrada' se refiere literalmente al flujo vaginal que la mujer expele cuando alcanza el punto máximo del orgasmo, algo considerado un mito por muchas mujeres.
La obra viene recorriendo el mundo a través de festivales internacionales de cine, como el de Moscú, el mayo pasado. Actualmente figura en la programación de una muestra en la ciudad portuguesa de Espinho, y luego sigue hacia Italia. Ha sido premiado ocho veces y, por donde pasa, abre el debate sobre el placer sexual femenino.
En el tráiler se puede ver a los ruandeses hablando con naturalidad sobre la anatomía femenina y los caminos para lograr que la mujer eyacule. Todo bastante diferente de lo que sería una típica conversación sobre sexo entre varones más preocupados con su propio placer. En Ruanda, el orgasmo femenino es una cuestión de honor para el hombre.
"Por supuesto que la modernidad, el catolicismo y el genocidio han ejercido una mala influencia en esta práctica, que está más extendida en el mundo rural que en las grandes ciudades. Pero también hay que tener en cuenta que la actitud masculina no es cien por cien altruista. Saber realizar el kunyaza es algo que te hace ser y sentirte más hombre por ser capaz de satisfacer a la mujer. Un hombre de verdad tiene que ser capaz de 'hacer brotar el agua', por lo que tampoco hay que idealizar demasiado a los ruandeses y sus performances sexuales. Lo que sí es cierto es que de una forma u otra, el placer femenino está siempre en primer lugar", dijo Jourdain a El País.