"Mucho ruido y pocas nueces" (William Shakespeare, 1598)
Corea del Norte fue el primer ejemplo del malabarismo político de Trump, pero no había pasado ni un mes de aquella farsa, cuando el presidente estadounidense, envalentonándose por su propia bravata verbal, lanzó un nuevo capítulo de este tipo de ataque contra Cuba.
En su discurso, que parecía el de un dinosaurio de la Guerra Fría, Donald Trump acusó a Cuba de suministrar armas a Corea del Norte y de incitar la violencia en Venezuela. Por supuesto, no pudo presentar ninguna prueba para sustentar sus acusaciones. ¿Pero cuándo en la historia norteamericana algún presidente ha necesitado presentar datos concretos para comprobar sus denuncias contra el país elegido como su víctima de turno? Simplemente no necesitaba hacerlo, pues bastaban pruebas prefabricadas o usar algún ataque de 'falsa bandera', práctica perfeccionada a lo largo de los 241 años de existencia de los Estados Unidos de Norteamérica.
Para esto, Donald Trump firmó una orden ejecutiva, 'Memorándum Presidencial de Seguridad Nacional sobre el Fortalecimiento de la Política de los EEUU hacia Cuba'. Según el documento, se dispone la eliminación del intercambio educacional "pueblo a pueblo", académico, cultural, educativo y religioso a título individual; se establece una mayor fiscalización de los viajeros estadounidenses a Cuba; y se decreta la prohibición de las transacciones financieras, comerciales y económicas de las compañías norteamericanas con empresas cubanas vinculadas con las Fuerzas Armadas y los servicios de inteligencia y seguridad.
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Respecto a la orden ejecutiva contra Cuba, ahora le tocará a los Departamentos del Tesoro y Comercio emitir nuevas regulaciones en un período de 30 días que en la práctica se extenderán a varios meses o más. Mientras tanto, se mantendrán los acuerdos migratorios; no se restablecerá la política de los 'pies secos / pies mojados'; y Cuba no regresará a la infame lista norteamericana de países que financian el terrorismo. También siguen vigentes los 22 memorandos que benefician el cuidado del medio ambiente, de la seguridad marítima y aérea y se mantienen viajes aéreos y cruceros. Envíos de remesas y viajes familiares siguen sin ninguna alteración.
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Solamente los grupos más recalcitrantes anticastristas y mercenarios que a cada anuncio anticubano de Donald Trump coreaban "USA, USA", apoyados por los congresistas Marco Rubio, Mario Díaz-Balart, el gobernador Rick Scott y el vicepresidente Mike Pence, piensan que se puede revertir el reloj de la historia sin conocer la mentalidad del pueblo y del Gobierno de Cuba, igualmente sin escuchar la voz de los propios ciudadanos norteamericanos. La exigencia de Trump de "liberar prisioneros políticos en Cuba, permitir el registro de los partidos de oposición y convocar a elecciones libres bajo el control internacional" ya provocaron el rechazo del pueblo y de las autoridades cubanas.
El canciller de Cuba, Bruno Rodríguez Parrilla, respondió a Trump recalcando que "jamás negociaremos bajo amenaza" y tampoco otorgaremos "concesiones inherentes a nuestra soberanía e independencia".
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A la vez, la retórica recalcitrante de Trump, en la opinión de la periodista de El Nuevo Herald de Miami Fabiola Santiago se quedará en nada. En su opinión, "no hay reversión alguna del restablecimiento de las relaciones y la política de intercambio de Obama. La indignación de Trump ante la política de su predecesor hacia Cuba no tuvo ningún resultado. El mandatario mantuvo inclusive la controvertida 'política del Ron y Tabaco'. No puedes nadar en Cuba, pero puedes fumar y beber, y traer contigo todo lo que puedes acarrear". Así de simple.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK