"La situación está lejos de lo normal y es muy peligrosa. Se ha encendido una llama que puede propagarse por la región entera. Hay que esforzarse en impedir la continuación de la escalada de tensión, puesto que Oriente Próximo no es capaz de soportar un desafío más", expresó la exresponsable política en una entrevista a Sputnik.
En segundo lugar, prosigue Mugisuddin, parece obvio el intento de reconfigurar el equilibrio religioso en la región. Esto puede desembocar en una confrontación suní-chií de consecuencias catastróficas. Y, en tercera instancia, la crisis es el resultado de los intentos de crear un nuevo equilibrio de poderes.
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Estados Unidos tiene sus planes respecto a Oriente Próximo, y Washington quiere que estos se lleven a efecto a través del debilitamiento de Teherán. En este sentido, Irán, que de hecho es una de las partes de la crisis, no puede mediar en la normalización de la situación. Esto quiere decir que solo Moscú y Ankara pueden ejercer de estabilizadores, apuntó Oya Akgonenc Mugisuddin.
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Además, la entrevistada puso de relieve el hecho de que la disputa diplomática empezara en un tiempo y en condiciones muy particulares.
"Si prestas atención al momento y a las condiciones en las que apareció este escándalo, todo esto te hace preguntarte: '¿Es posible que esta sea una maniobra de distracción de los acontecimientos en Siria?'", conjeturó Mugisuddin.
Según Mugisuddin, dicho estado de las cosas se adecúa completamente a los planes de Washington sobre Oriente Próximo. Sin embargo, se trata de un juego muy peligroso, que puede desencadenar un conflicto a gran escala con la participación directa de más de cuatro países.
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