"Está abrumadoramente claro que hubo y continúa habiendo en este Gobierno quienes están activamente intentando minar esta administración con filtraciones selectivas e ilegales de información clasificada y comunicaciones privadas", dijo el abogado.
Según Kasowitz, Comey "admitió que es uno de esos informantes".
"Él (Comey) también admitió que no hay evidencia de que ni un solo voto haya sido modificado como resultado de la interferencia rusa", dijo Kasowitz en un comunicado de prensa.
Según el abodago, Comey admitió que buscó perjudicar al presidente Donald Trump al filtrar información clasificada a la prensa.
"Está abrumadoramente claro que hubo y continúa habiendo en este Gobierno quienes están activamente intentando minar esta administración con filtraciones selectivas e ilegales de información clasificada y comunicaciones privadas", dijo Kasowitz.
"El presidente…nunca le dijo a Comey ‘necesito lealtad, espero lealtad’ en forma alguna", dijo.
En su testimonio escrito ante el Comité de Inteligencia del Senado, Comey aseguró que Trump le dijo "necesito lealtad, espero lealtad", cuando ambos se reunieron en enero.
Además, en el testimonio Comey confirma que el presidente Donald Trump en ningún momento quiso impedir la investigación sobre la supuesta injerencia de Rusia en las elecciones presidenciales de 2016.
"De hecho, de acuerdo al señor Comey, el presidente le dijo que sería bueno averiguar en esa investigación si algunos de sus socios "satélite" había hecho algo mal", dijo Marc Kasowitz.
Aseguró también que Trump nunca pidió a Comey que detuviera las investigaciones sobre el exconsejero de Seguridad Nacional, Michael Flynn.
"El presidente nunca, en ninguna forma, ordenó ni sugirió que el señor Comey deje de investigar a nadie, incluido el haber sugerido que Comey "dejara ir a Flynn", dijo Kasowitz.
Comey había sido nombrado en el cargo en 2013 por el entonces presidente Barack Obama (2009-2017), y se ocupó de investigar los supuestos lazos de Trump con Rusia.
La Agencia de Seguridad Nacional (NSA) de EEUU, la CIA y el FBI publicaron en enero un informe acusando a Moscú de haber orquestado una campaña de influencia para minar la confianza en el proceso democrático en EEUU y reducir las opciones de la candidata demócrata, Hillary Clinton, en las presidenciales de 2016.
Esta campaña de influencia, según el informe, habría sido aprobada al más alto nivel e incluyó hackeos, filtraciones y uso de medios de información y redes sociales pero no repercutió en el conteo de votos.
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Tanto el Kremlin como el Ministerio de Exteriores ruso negaron rotundamente la implicación de Rusia en los supuestos ciberataques en las elecciones en EEUU.
Hasta la fecha, el Gobierno de EEUU no ha presentado ninguna prueba que confirme la responsabilidad de Moscú en esos supuestos ataques informáticos.