El brote de tensión no tiene precedentes y supera en gravedad a lo ocurrido en 2014 de tal forma que incluso el riesgo de un enfrentamiento militar está ya en la mesa de los analistas. ¿Qué ha ocurrido para llegar a este extremo?
Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Baréin —todos ellos miembros del Consejo de Cooperación del golfo (GCC por sus siglas en inglés)— reaccionaron casi al unísono al reporte de la QNA. Rompieron relaciones con Catar, expulsaron a sus diplomáticos y ordenaron a sus ciudadanos que abandonaran sus respectivos Estados en un plazo máximo de dos semanas. Arabia Saudí también anunció una batería de decisiones muy contundente: cierre de la frontera terrestre con Catar, retirada del permiso de cruzar su espacio aéreo a los aviones cataríes y prohibición a los barcos de esa nación de navegar por sus aguas territoriales.
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En todo caso, las reacciones se han desatado tras este aislamiento coordinado. Una de las primeras fue que cientos de personas se lanzaran frenéticas a comprar en los supermercados de Doha, la capital catarí. Los temerosos ciudadanos que allí residen dejaron vacías muchas estanterías, temiendo que el país caiga en el desabastecimiento de alimentos importados, pues geográficamente Catar es una península unida por tierra sólo con territorio de Arabia Saudí. Las autoridades intentaron que la población recuperara la calma al afirmar que tienen suficientes productos almacenados para un año entero.
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El rifirrafe es el peor desde la formación del Consejo de Cooperación del Golfo en 1981. De hecho, el asunto es tan serio que algunos comentaristas locales hablan ya de funestos escenarios. Así, el sultán Sooud Al-Qassemi, un reputado comentarista de Emiratos Árabes Unidos y voz autorizada durante la Primavera Árabe iniciada en Túnez en 2010, tuiteaba la siguiente frase en su cuenta personal: "En el peor de los casos (y no lo deseo ni espero que ocurra), esto puede escalar en un enfrentamiento militar", lo que no significaría necesariamente una guerra convencional, pero sí un estado de máxima alerta increíble entre países cuyos gobernantes son parientes lejanos.
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No obstante, es poco probable que se desate un conflicto armado porque Estados Unidos mantiene en Catar una estratégica base aérea, donde están estacionados nada menos que unos 10.000 soldados, la mayor concentración de tropas del Pentágono en Oriente Medio.
Éste no es el primer desencuentro entre Catar y sus vecinos árabes. El primero se remonta a 2002. En 2014 los tres mismos estados del Golfo retiraron sus embajadores de Doha por "interferir en sus asuntos internos y comprometer la seguridad regional", así como por apoyar a los Hermanos Musulmanes. La propia cumbre de aquel año estuvo en peligro y finalmente Catar dio su brazo a torcer, y cerró la filial de Al Yazira —el canal de noticias de tv— en Egipto, por haber apoyado al Gobierno del presidente Mohamed Morsi, derrocado posteriormente por los militares al mando del general Al Sisi.
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¿Por qué los Hermanos Musulmanes representan una amenaza para Riad? Porque defienden una ideología islámica que contradice el wahabismo saudí, origen de los actuales movimientos yihadistas. Por otro lado, los Hermanos Musulmanes también disfrutan de las simpatías de Turquía, otra potencia regional.
Dadas las circunstancias y el posicionamiento de los actores implicados, las autoridades de Catar se encuentran en un dilema absoluto. O porfían en su desafío y se inclinan a las hostilidades con Arabia Saudí por lo que consideran un ataque a su soberanía nacional, lo que desataría una ola de efectos demoledores para todo el planeta, o se avienen a hacer fuertes concesiones, por ejemplo, modificando su política exterior hacia Irán y Egipto y clausurando Al Jazeera, el canal televisivo tremendamente influyente en el mundo árabe y musulmán. La apuesta suena fuerte.
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La única opción parece pasar por la capitulación de los cataríes ante el estrangulamiento económico que puede ocasionarles el cierre de las fronteras terrestres y del espacio aéreo circundante. Pero con sus reservas masivas de gas natural, podrían estar tentados a resistir y pelear…
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK