Como es tradición, Trump depositó un papel con una petición en una de las ranuras de la piedra de este lugar santo para los judíos, tras escuchar las explicaciones del director general de la Fundación del Patrimonio del Muro Occidental y del rabino Shmuel Rabinowitz.
La comunidad internacional no reconoce la soberanía israelí en la parte oriental y los mandatarios extranjeros evitan visitarla. Trump se ha saltado este principio, pero ha evitado que le acompañaran autoridades políticas israelíes y se ha limitado a tratar con las religiosas y policiales.
Al primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, le hubiera gustado acompañarlo, pero para evitar mayores polémicas se conformó con la satisfacción que le produjo ver al presidente de EEUU con una kipá (solideo judío) orando en el muro. Así se lo hizo saber unas horas más tarde al recibirlo en su residencia.
Además: Donald Trump, ¿un verdadero amigo de Israel?
Decenas de agentes tomaron hoy la ciudad antigua. La mayoría de las puertas de acceso estaban cerradas, todas las callejuelas que llevaban al Muro y al Santo Sepulcro estaban cortadas y ningún comercio ha podido abrir.
"Hemos clausurado la Ciudad Vieja por razones de seguridad y no hemos tenido problemas", indicó a Sputnik uno de los jefes del dispositivo de seguridad, junto a la iglesia del Santo Sepulcro.
En la puerta del templo los recibieron el Patriarca Griego Ortodoxo, Teófilo III, el Custodio de Tierra Santa, el padre franciscano Francesco Patton, y el Patriarca Armenio, Nourhan Manougian.
Durante esta visita, estaba previsto que los scouts —niños y jóvenes- del Club de la Unión de Árabes Ortodoxos de Jerusalén acompañaran a los Trump, pero según un comunicado del Club, la policía israelí se lo prohibió porque el uniforme de los scouts lleva la bandera palestina.