Al pie del avión recibieron a Trump, a su esposa, Melania, su hija Ivanka y su yerno, el presidente de Israel, Reuven Rivlin, y el primer ministro, Benjamín Netanyahu.
La terminal del aeropuerto donde aterrizó se cerró ya ayer a los vuelos comerciales por razones de seguridad.
Más de 10.000 policías se han desplegado en Jerusalén durante la visita presidencial, que durará 28 horas.
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Fuentes de la Casa Blanca informaron de que unas 900 personas forman la comitiva del presidente, incluidos médicos, personal de seguridad, expertos informáticos, equipos logísticos y funcionarios de la Casa Blanca.
Toda la visita costará a los norteamericanos aproximadamente unos 10 millones de dólares.
Los actos de la apretada agenda de Trump y su familia han ido fluctuando y nunca se ha llegado a distribuir un programa definitivo.
Además de a Jerusalén, Trump se desplazará en helicóptero mañana martes a Belén, en el territorio palestino ocupado de Cisjordania, donde Trump se reunirá con el presidente palestino, Mahmud Abás, tras haberse encontrado hoy con Rivlin y Netanyahu.
La mayoría de sus habitantes y de los comerciantes que trabajan en el recinto amurallado son palestinos y muchos se toparon con dificultades para acceder.
Las extremas medidas de seguridad en la Ciudad Vieja se deben a la visita que Trump y su familia realizarán hoy al Muro de las Lamentaciones —el único vestigio que según la fe judía queda del patio del segundo templo y que se encuentra bajo la Explanada de las Mezquitas—, y el Santo Sepulcro, el lugar donde varias confesiones cristianas creen que fue enterrado Jesucristo.
Las fuerzas de seguridad colocaron ante el muro un parapeto y el acceso al recinto estaba prohibido desde esta mañana a primera hora.
"El vínculo inquebrantable"
"En esta tierra tan rica en historia, Israel ha construido una de las civilizaciones más grandes, una nación fuerte, resistente, determinada y próspera", señaló Trump tras ser recibido a pie de pista por el presidente de Israel, Reuven Rivlin, y el primer ministro, Benjamín Netanyahu.
El mandatario estadounidense también señaló que "es una nación forjada en el compromiso de que nunca permitiremos que se repitan los horrores del último siglo".
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"Durante mis viajes en los últimos días he encontrado razones para la esperanza (…) Tenemos ante nosotros una rara oportunidad de traer seguridad y estabilidad y paz a esta región y a su pueblo, derrotando al terrorismo y creando un futuro de harmonía, prosperidad y paz", subrayó Trump.
"Pero solo podemos conseguirlo trabajando juntos. No hay otra manera. Señor presidente, señor primer ministro, estoy deseando trabajar con ustedes dos durante mi estancia", añadió el presidente de EEUU, que manifestó su "amor por Israel".
Las principales calles de Jerusalén —alguna decoradas con banderas israelís y de EEUU, pero en menor medida que cuando Barack Obama visitó la ciudad en 2013— están cortadas al tráfico.
En el centro de Jerusalén algunas calles lucen carteles de bienvenida a Trump o pósters en los que le piden que traslade la Embajada de EEUU de Tel Aviv a Jerusalén, algo que Trump dijo que está rumiando pero que no hará a corto plazo.
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Ningún país tiene su embajada en Jerusalén porque la parte este de la ciudad está ocupada por Israel.
No obstante, fuentes de la Casa Blanca clarificaron que Trump no tiene intención de lanzar en esta visita una nueva iniciativa de paz y que los avances en este sentido se encuentran "en los inicios".
Trump se limitará, según el diario Haaretz, a pedir a los líderes israelís y palestinos medidas para fomentar la confianza mutua y crear un ambiente proclive para recuperar el proceso de paz.