"Creo que Dilma parece mejor preparada ante las situaciones de adversidad (…) era un contraste absurdo con la imagen del expresidente Luiz Inácio Lula da Silva, que la abrazó pocas horas antes, en la puerta frontal del Palacio del Planalto (sede del Gobierno), completamente malhumorado y abatido, mientras ella avanzaba estoicamente hacia la multitud que la saludaba con "Dilma, guerrera, de la patria brasileña", escribe Cruz en un avance del libro publicado en el portal Piauí.
El 12 de mayo de 2016 el Senado brasileño aprobó por 55 votos a favor y 22 en contra apartar durante 180 días a la presidenta, mientras tenía lugar su juicio político por un presunto delito de responsabilidad: un maquillaje fiscal para esconder el déficit del Estado.
Pocas horas después de que el Senado apartara temporalmente a Rousseff, Temer presentó a su equipo de Gobierno, duramente criticado porque solo había ministros hombres, blancos y de avanzada edad, en contraste con el Poder Ejecutivo más diverso de su antecesora.
"Es un 'CCC' —Canallas, Calhordas ("Asquerosos") y Corruptos—", le dijo Rousseff a su portavoz de prensa al conocer la composición del nuevo Gobierno.
La suspendida presidenta también mostró su disgusto por el comportamiento de algunos a los que consideraba aliados; estaban en su Gobierno pero la traicionaron en el último momento, recuerda Cruz en su relato de aquellas horas.
"Mira a ese tipo; pidió salir del ministerio el viernes y el domingo ya estaba liderando a los diputados del impeachment; eso muestra la cuestión del carácter de las personas", habría dicho la expresidenta.
Rousseff se refería a Gilberto Kassab, su ministro de Ciudades que en poco tiempo se convirtió en el ministro de Ciencia y Tecnología de Temer.
Rousseff ganó dos veces sucesivas las elecciones presidenciales de su país, en 2010 y en 2014.
Después de ser apartada de su cargo en mayo, Rousseff continuó instalada en el Palacio de la Alvorada (residencia presidencial), en el "búnker de la resistencia", como lo llamaban sus colaboradores, hasta que su destitución se definió el 31 de agosto de 2016.
Desde entonces la primera mujer que presidió Brasil lleva una rutina discreta solo alterada por continuos viajes al extranjero en los que denuncia la deriva del país tras el "golpe" que acabó con su Gobierno.