"En el contexto actual, cuando la guerra contra el terrorismo en Irak y Siria está lejos de terminar, ese tipo de acciones no contribuye a consolidar los esfuerzos antiterroristas, sino que agrava la situación tensa" que viven los dos países, dice la nota ministerial.
Moscú, según el texto, califica de inadmisibles los ataques turcos realizados en los territorios de los Estados soberanos sin la autorización de sus Gobiernos y destaca que contradicen los principios fundamentales de las relaciones internacionales.
Se señala, además, que Rusia llama a "todas las partes a la moderación" y subraya la necesidad de "actuar con previsión política y centrarse en (…) la lucha contra Daesh, Al Nusra (ambos proscritos en Rusia y otros países) y otros grupos afiliados".
El objetivo de los militares turcos fue destruir las bases de las unidades kurdas, relacionadas con el Partido de los Trabajadores de Kurdistán (PKK), proscrito en Turquía como una organización terrorista.
Según datos de Ankara, en los bombardeos perecieron unos 70 combatientes kurdos.