Por su parte, Ankara considera que las YPG están estrechamente vinculadas con el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK, por sus siglas en kurdo), prohibido por las autoridades turcas. No obstante, los ataques aéreos dieron como resultado numerosas bajas del Ejército kurdo Peshmerga, que tiene buenas relaciones con Turquía.
"Estamos muy preocupados de que Turquía haya llevado ataques aéreos en el norte de Siria y en el norte de Irak sin coordinación con EEUU o con la coalición global más amplia que lucha contra Daesh", admitió el portavoz del Departamento de Estado, Mark Toner, citado por la BBC.
Las autoridades iraquíes también condenaron los ataques aéreos de Turquía en su territorio.
Sin embargo, el mandatario turco, Recep Tayyip Erdogan, defendió los ataques y apuntó a que Ankara "tiene la obligación de tomar medidas".
"Lo compartimos con EEUU y Rusia y estamos compartiéndolo con Irak también. Masoud Barzani [presidente del Kurdistán iraquí] fue informado de la operación", destacó el líder turco.
Según el Observatorio Sirio para los Derechos Humanos, los ataques turcos dañaron un centro de información y una estación de radio en la gobernación de Hasaka, en Siria, además de una base militar kurda cerca de la ciudad iraquí de Sinyar.
Por su parte, la organización peshmerga calificó los ataques como "inaceptables".
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EEUU cuenta con las fuerzas kurdas en la lucha contra Daesh. Sin embargo, su aliado —Turquía— considera a las YPG como una extensión del PKK. El alto el fuego entre Ankara y el PKK terminó en 2016 y desde entonces los enfrentamientos entre ellos son frecuentes.
De esta manera, concluye la BBC, los ataques aéreos de Turquía reflejan lo complicada que es la situación en la región.