En las últimas dos décadas, el cine argentino ha alcanzado una reputación a nivel mundial. La presencia de sus películas en el circuito comercial y en salas de cine de autor en todo el mundo no paró de aumentar. Los premios otorgados por numerosos festivales internacionales y asociaciones de críticos —entre ellos, un Oscar— dan fe de este crecimiento.
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"Hubo un crecimiento exponencial que fue repartido. Por un lado crecieron los 'tanques', películas grandes que le disputan la taquilla a las películas norteamericanas. Por otro lado crecieron las películas de autor, que son reconocidas en un montón de festivales muy prestigiosos en el mundo, que han ganado premios internacionales", explicó a Sputnik Virna Molina, realizadora audiovisual y portavoz de la Asamblea por la Defensa del Cine Argentino (ADCA).
"Esto está sostenido por un fondo de fomento y por una lógica de subsidio estatal al sector cinematográfico, que proviene de la misma industria audiovisual. No toca a otros sectores de la sociedad", especificó Molina.
Según la vocera de la ADCA, esto "molesta mucho a los conglomerados poderosos de telecomunicaciones, que tienen que dar parte de sus ganancias" y a "las grandes empresas norteamericanas" de distribución y exhibición.
"Esos son los dos grandes sectores perjudicados con el fomento de la industria nacional de cine. Pero es amplísimo el otro sector de la sociedad que se beneficia: principalmente toda la ciudadanía argentina, que tiene una cinematografía propia para construir su subjetividad y dar un punto de vista distinto de la realidad que vivimos", opinó Molina.
Los cineastas temen que este cambio de nombre repercuta en la exención de los tributos actuales a estas empresas. "No tendrían que pagar un canon que, aunque es millonario, representa un porcentaje muy pequeño de las ganancias que se llevan del país las multinacionales o que acumulan las empresas argentinas. De esta manera quedarían exentas y el cine se desfinanciaría. Por lo tanto, nos quedaríamos sin cinematografía nacional", denunció Molina.
La chispa que encendió el fuego fue la destitución del presidente del INCAA, Alejandro Cacetta, que era apoyado por el medio cinematográfico. Esto llevó a que se produjeran manifestaciones multitudinarias en el emblemático cine Gaumont de Buenos Aires, y en la inauguración del BAFICI, el mayor festival internacional de películas independientes de Argentina.