Epstein asegura que las 'fake news', en realidad, no representan un problema tan grande como lo cree la mayoría de la gente.
Similares a los anuncios
"Son exactamente iguales a los anuncios de televisión, muchos de los cuales también contienen afirmaciones falsas. Pero, por cada reportaje falso que publiques sobre mí, puedo compartir dos sobre ti. O también puedo publicar historias reales para tratar de corregir la información", explica.
Según Epstein, la velocidad a la que proliferan tampoco representa un problema.
"Erróneamente, hemos llegado a creer que la rápida proliferación de ideas e información es un fenómeno nuevo, debido al crecimiento del internet. Pero hemos olvidado que mucho antes de la invención de internet, las noticias y rumores falsos a menudo se propagaban a través de las poblaciones a grandes velocidades", señala.
"Las personas eran seres sociales chismosos mucho antes de que se inventaron las plataformas de medios sociales", añade el psicólogo.
Capacidad de detectarlas
"Cuando en Facebook o Google te encuentras con una historia que dice que Hillary Clinton es una marciana, sabes que alguien trata de influir en ti", expone Epstein.
Mucho más peligrosos son los nuevos tipos de influencia que la gente no puede ver, alerta el investigador.
"En los últimos años, he descubierto y estudiado nuevas fuentes de influencia online, tales como la manipulación de resultados de buscadores (Search Engine Manipulation Effect, SEME) y las sugerencias de búsqueda (Search Suggestion Effect, SSE), que son completamente invisibles para la mayoría de los individuos".
"Un ranking de búsqueda parcial puede tener un impacto dramático en las opiniones, compras y preferencias de voto de la gente, al igual que las sugerencias de búsqueda instantáneas que aparecen cuando uno empieza a escribir algo en la barra de búsqueda de Google".
Lo peligroso es que, cuando la gente no es capaz de detectar las fuentes de influencia, suele pensar erróneamente que está tomando sus propias decisiones, advierte el psicólogo.
"Miren una simple manipulación que Facebook tiene a su disposición: puede enviar mensajes a las personas de un solo grupo demográfico".
Por ejemplo, un recordatorio "¡Regístrate para votar!" puede ser enviado a los partidarios de un solo partido político.
Imagínense el efecto de un envío a escala masiva de mensajes dirigidos, controlado por los ejecutivos de una única empresa que no tiene competidores.
Cosas que asustan
Dado que las noticias falsas son a la vez visibles y competitivas, el autor no las encuentra muy aterradoras.
"Lo que me asusta es la idea de que corporaciones rapaces, como Google y Facebook, decidan qué noticias son falsas", confiesa Epstein.
Si una historia es calificada como falsa puede no llegar al público y, en el peor de los casos, desaparecer de la historia, alarma el investigador.
Lo complicado es definir qué noticias deben ser consideradas un 'fake'.
"¿Es una noticia falsa simplemente por el hecho de que contiene algunos datos erróneos? ¿Cuántos errores debe haber en un artículo para que lo llamemos "falso"? ¿El 20% del hecho del que informa? ¿El 50%?", se pregunta.
"¿Una historia veraz, publicada por una página de noticias (como Sputnik), que se asocia con un Gobierno extranjero contradictorio (como Rusia), es válida o falsa? Lo pregunto porque la última vez que publiqué un artículo en Sputnik, los medios 'mainstream' estadounidenses inmediatamente lo dejaron de lado, a pesar de que estaba informando con precisión sobre las nuevas investigaciones que había llevado a cabo en relación con el autocompletado de Google", prosigue.
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"¿Si es así, deberían muchas historias dadas a conocer por Fox News y The New York Times considerarse falsas?"
Otro problema es si se pueden calificar como 'fake news' las noticias satíricas.
Para un ser humano resulta complicado dar respuestas a todas estas preguntas… ¿cómo identificaría entonces un algoritmo de manera correcta las noticias falsas?
El problema del poder
Como señala el autor en su libro 'La nueva censura' ('The New Censorship'), Google es ahora el mayor censor del mundo que actúa como supereditor.
Asimismo, el periodista advierte de otro riesgo: la identificación de las noticias falsas por medio de un algoritmo podría atraer aún más la atención hacia esas historias.
"Las 'fake news' son problemáticas, sin duda. Siempre lo han sido y lo serán. Pero permitir que las grandes corporaciones tecnológicas gestionen sin control las noticias falsas es potencialmente mucho más perjudicial que la noticia falsa en sí", resume.