"Considero que estas acusaciones son completamente infundadas, al menos yo no conozco ni un dato que las confirme", dijo en una entrevista con la revista The National Interest.
Lavrov estimó que "durante la campaña electoral estas acusaciones se utilizaron como una herramienta que por una u otra razón el Partido Demócrata consideró eficaz para atraer los apoyos del pueblo estadounidense e intentó aprovecharse de su convicción de que nadie debe intervenir en los asuntos de EEUU".
El Comité de Inteligencia del Senado de EEUU celebró el 20 de marzo una audiencia sobre la presunta interferencia rusa en las elecciones presidenciales de 2016.
Durante esta audiencia el director del Buró Federal de Investigación (FBI), James Comey, confirmó que su agencia investiga los esfuerzos del Gobierno ruso para interferir en los comicios e instó a no sacar conclusiones antes de que termine la investigación.
A la vez la Agencia de Seguridad Nacional de EEUU (NSA, por sus siglas en inglés) aseguró que no dispone de la información de una supuesta incidencia de Rusia en el conteo de votos durante las elecciones estadounidenses del año pasado.
La próxima audiencia del Comité Selecto de Inteligencia del Senado de EEUU sobre el mismo asunto se celebrará el 30 de marzo.
En enero, el Comité publicó un informe en el que afirmaba que Moscú lanzó en 2016 una campaña destinada a socavar la confianza pública en el proceso democrático de Estados Unidos y a crear una corriente de opinión pública favorable hacia el entonces candidato presidencial Donald Trump.
El presidente ruso, Vladímir Putin, al referirse a ese informe dijo que no había nada que probase el interés de Rusia y que sus autores usaron un tono histérico para distraer la atención de su contenido.
También el canciller Serguéi Lavrov calificó de infundadas las acusaciones de Washington sobre la injerencia de Moscú en la campaña electoral estadounidense.