Esta idea, aunque polémica, refleja el sentimiento de cierta capa de la sociedad que busca responsabilizar al sistema soviético de todas las dificultades que vivió Rusia en el siglo XX, escribe el medio ruso Nakanune (La Víspera, en ruso). Así, la pregunta "¿y si…?", está en el aire.
"La historia siempre tiene varios escenarios para desarrollarse, y vale la pena pensar en todos", afirma Andréi Fúrsov, historiador y politólogo ruso, director del Instituto de análisis estratégico, entrevistado por Nakanune.
Las causas y los efectos
Primero, "si el Imperio ruso hubiera sido un organismo social sano, las revoluciones de Febrero y Octubre no hubieran ocurrido", dice Fúrsov en respuesta a la idea de que fueron "innecesarias".
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Segundo, Hitler no combatió propiamente el comunismo en el marco de alguna 'contrarrevolución' sino que "buscó eliminar justamente a los rusos y otros pueblos de la Unión Soviética", por eso este argumento es "erróneo".
"Las guerras mundiales son un fenómeno de la época capitalista. Son guerras por la hegemonía y surgen con regularidad", afirma el historiador.
"Con la Primera Guerra Mundial se planeaba aplastar a Rusia" y sacarla de la ecuación de las grandes potencias. No obstante, el país logró consolidarse en la URSS, por eso surgió la necesidad de un ariete antirruso en forma de Hitler, según Fúrsov. Las condiciones de la Paz de Versalles básicamente prepararon el camino para otra guerra mundial 20 años después, asegura el analista.
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No importa si el país era monárquico o comunista, Rusia de todos modos se vería presionada y atacada, asegura el historiador. Esto es claramente evidenciado por el período tras la disolución de la URSS.
"En 1991 básicamente estábamos dispuestos a cumplir cualquier exigencia e integrarnos a Occidente. Pero, ¿qué recibimos? Empezaron a humillarnos a cada paso", afirma.
Así, alguien que afirme que sin el bolchevismo o sin Stalin no habría habido ninguna guerra contra Rusia "padece trastornos mentales", estimó Fúrsov.
La inevitabilidad de las Revoluciones
"La revolución ocurre en una sociedad malsana e incapaz de curarse de una manera 'terapéutica'. En este sentido, la revolución es una cirugía social", explica el historiador.
Tan fuerte fue esta energía, usada por los bolcheviques, que en los años iniciales se hablaba en serio de una revolución mundial que hubiese abarcado todo el planeta, recuerda el experto. Pero la lógica histórica les llevó a guardar sus logros dentro de las fronteras de la URSS, gradualmente expandiendo el sistema alternativo.
Se puede imaginar un escenario alternativo, sin las revoluciones de 1917, propone Fúrsov.
"Imaginemos que el zar no abdicara. Aún más, que lograra movilizar algunas fuerzas leales para disipar a los revolucionarios y aplastar la insurrección. ¿Qué habría pasado?", pregunta.
Para el experto, la monarquía rusa del inicio del siglo XX ya no se correspondía a la época. Nicolás II, las fuerzas políticas de Febrero y la traición por parte de la Iglesia Ortodox —que dio la espalda al zar a pesar de ser uno de los pilares de la monarquía— enterraron al Imperio.
"Paradójicamente, esta gente desacreditó en Rusia para siempre las tres cosas: la monarquía, el cristianismo ortodoxo y el liberalismo", concluye el historiador.