"A partir de esto, si la cultura es esa relación del ser humano con el planeta, con el mundo, con su prójimo, consigo mismo, entonces los aspectos artísticos culturales empiezan a adquirir un papel fundamental para resolver ese conflicto", comentó el escritor.
En estos postulados, indicó, es que se basó "la propuesta original de la revolución" en lo cultural. Las distintas manifestaciones de la época buscaron "engrandecer la vida" y la construcción de "seres humanos modernos, cuestionadores, con pensamiento crítico".
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Las colecciones privadas pasaron de ser privilegio de unos pocos a constituir un patrimonio público "al servicio de las grandes mayorías". El goce de diversas manifestaciones artísticas y arquitectónicas se volvió un elemento del día a día del pueblo soviético: un ejemplo es el metro de Moscú, para Martínez "una joyita artística plástica". Pero también en el campo de la producción audiovisual, con Sergei Eisenstein, el máximo representante de la cinematografía de la URSS en la década de 1920.
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"Hay una escena de una de sus películas, Octubre, que cuando asaltan el Palacio de Invierno, muchos de estos hombres y mujeres condenados a la inmensa miseria, al lograr entrar ven la oportunidad de llevarse cosas. Agarran lo que venga: tazas, platos o cubiertos. En la puerta, los detienen los soldados del Ejército Rojo y les dicen que eso no es propiedad ni suya ni del Zar. Es propiedad del pueblo", relató Martínez.
No solo las artes, sino también las ciencias exactas y el razonamiento lógico. Martínez puso como ejemplo la matemática y el ajedrez. Asimismo, en una concepción global del ser humano, la educación física también tuvo un gran impulso.
El escritor enumeró "un primer período" a partir de 1917, una etapa que "fue formidable", marcada "por la libertad de la creación, por el desarrollo de expresiones artísticas" como la cinematografía de Eisenstein.
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"Todo eso también tuvo mucho que ver con un concepto de cultura de un pueblo que se levantaba frente al siglo XX, que nació prácticamente con una guerra en 1914, haciendo estragos en aquella Europa que vivirá un siglo tremendo en el que los rusos, a pesar de eso, intentaron ser un faro de referencia, y de hecho lo fueron", aseveró Martínez.
En América Latina, la revolución llevó al surgimiento de los Partidos Comunistas, que se escindieron de los socialistas. El Partido Comunista de Uruguay (PCU) tuvo, a criterio del entrevistado, una influencia "muy intensa" en las expresiones más "genuinas" de la cultura popular autóctona.
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"El PCU tuvo una injerencia y un papel en el desarrollo de la cultura, el folclore, el teatro, el carnaval y la poesía. Tuvo que ver con esa propuesta de liberación, que de alguna manera después tendrá como segundo gran ímpetu la Revolución Cubana", opinó el autor.
"Makarenko fue el hombre al que asignaron la recuperación de todos los jóvenes que estaban vinculados a la delincuencia, la vida en la calle, el robo…Y este hombre hizo una propuesta educativa que nos vendría muy bien acá. Ojalá todos los funcionarios y los educadores que están vinculados a nuestro sistema educativo formal e informal lo pudieran leer", comentó
Estas dos figuras "intervinieron" en su formación cultural "con mucha fuerza" junto a Maiakovski, "hombre polémico si los hay, porque planteó una poesía distinta, una propuesta literaria liberadora" que lo llevó a enfrentarse con el sistema.
Según el escritor, esto "sigue vigente" en la producción cultural rusa. Puso como ejemplo la animación ‘Masha y el Oso', en la que "importan los afectos y la ternura por encima de la violencia o cualquier otra manifestación".