La casi totalidad de los analistas y de la opinión pública consideran a Odebrecht como una gran empresa constructora. Sin embargo, bajo el gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva (2003-2010) se ha convertido en una pieza clave del complejo militar-industrial brasileño, lo que puede explicar que no siendo la única empresa que utiliza la corrupción para lubricar sus negocios, esté en el ojo del huracán de la investigación judicial Lava-Jato.
Antes de abordar este aspecto, hay que realizar dos consideraciones previas.
Por cada dólar que invierten en las elecciones, las empresas recogen mucho más en contratos de obras. Esto es algo aceptado y todos en Brasil conocían el modus operandi de los políticos. Un informe sobre las elecciones de 2006, reveló que las empresas recibieron entre 14 y 39 veces el valor donado a los partidos en contratos con el poder público en los años siguientes.
Las grandes empresas privadas brasileñas nacieron bajo el ala del Estado. Se trata grupos familiares que comenzaron con medianos emprendimientos como lo muestran los propios nombres de muchas de ellas: la siderúrgica Gerdau, el frigorífico JBS (fundado por Jose Batista Sobrinho, es la mayor procesadora de carne del mundo) y las constructoras Camargo Correa, Andrade Gutierrez y Odebrecht, entre las más importantes.
El Programa Nacional de Desarrollo de Submarinos (PROSUB) contemplado en la estrategia de defensa, se propuso adquirir las capacidades necesarias para que la Marina estuviera en condiciones de negar el uso del mar a cualquier país extranjero, con dos tareas centrales: la protección de la Amazonía, estableciendo una segunda base naval en la desembocadura del Amazonas, y la defensa de los yacimientos de petróleo en la plataforma marítima (pre-sal), las mayores reservas encontradas en el mundo en décadas.
En este momento se están construyendo los cascos de tres submarinos, dos de ellos completamente elaborados en Brasil, y se espera que pronto comience la construcción del submarino nuclear. Con ello el país ingresaría al selecto club de países capaces de fabricar submarinos nucleares, y sería junto a India el único país que no integra el Consejo de Seguridad permanente de la ONU con esa capacidad.
Odebrecht no sólo está a cargo de la construcción de los submarinos, sino que sería la empresa clave en el desarrollo de la Marina, arma que prevé construir 20 submarinos convencionales y seis nucleares hasta 2047, además de otros desarrollos como un portaaviones construido íntegramente en Brasil. En 2011 Odebrecht compró Mectron, empresa brasileña fabricante de misiles aire-aire, misiles anti-navío y anti-tanques, y radares, posicionándose así como la empresa más importante en el área de la defensa.
Sin embargo, la reacción más potente de los militares se produjo luego del encarcelamiento del almirante Othon Luiz Pinheiro da Silva, en julio de 2015, considerado el padre del programa nuclear brasileño. El almirante fue acusado de desvío de fondos en la construcción de una central nuclear, pero la publicación Defesanet lo defendió en un editorial por haber impulsado el programa de enriquecimiento de uranio, en particular por su espíritu nacionalista que lo llevó a "enviar sus técnicos, en los años 80 y 90 a Alemania Oriental y la Unión Soviética en busca de conocimientos bloqueados en Occidente".
Aún sin estar de acuerdo con esta posición de los militares nacionalistas, suena sospechoso que habiendo decenas de empresas involucradas en actos de corrupción, sea Odebrecht la que está en el ojo de la tormenta, la que fue tomada como símbolo de los actos ilegales en toda la región sudamericana. El tiempo y nuevas filtraciones dirán quién maneja los hilos de la operación Lava-Jato. Por ahora lo incuestionable es que el estratégico programa de submarinos sufre importantes retrasos, ya que el primero debía haber sido botado en 2015.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK