El recuento es del sindicato de la Policía Civil, ya que la secretaría de Estado de Seguridad aún no presentó un balance oficial.
Este miércoles los autobuses no circularon en la capital del estado, Vitória, ni en su área metropolitana, y las escuelas, guarderías y facultades públicas permanecieron cerradas.
Tampoco abrió sus puertas gran parte del comercio local, así como bancos y oficinas bancarias, con miedo de los continuos saqueos que se suceden en las calles.
Este martes se produjo una reunión entre las mujeres de los agentes de la Policía Militar que lideran el movimiento de huelga y asociaciones policiales con varios diputados y senadores del estado, pero no hubo acuerdo.
Más de 1.000 hombres del Ejército siguen en las calles intentando controlar la ola de violencia, que por el momento no tiene visos de acabar.
El gobernador de Espírito Santo, Paulo Hartung (Partido del Movimiento Democrático de Brasil) dijo este miércoles que no cederá al "chantaje" de la policía porque no puede asumir sus reivindicaciones.
Los policías piden un aumento salarial del 43% y como por ley no pueden protestar —se arriesgan a multas y hasta a dos años de cárcel—, son sus esposas y familiares las que bloquean los cuarteles impidiendo la salida de vehículos para patrullar las calles.