En una carta dirigida a los 27 líderes de la UE —el Reino Unido ya no está incluido en la misiva por la lógica aplastante del "Brexit"— Tusk mete en el mismo saco a la nueva Administración norteamericana, a China, a Rusia y al islamismo radical. Por distintas razones evidentemente. Al político oriundo de Gdansk le preocupan sobremanera las declaraciones del multimillonario Trump que, en su opinión, intentan "cuestionar los últimos 70 años de política exterior" de Estados Unidos.
"Hablando objetivamente, no hay ninguna razón por la que Europa y sus dirigentes deban amilanarse ante los poderes externos y sus gobernantes", porfía el exprimer ministro polaco en la enérgica carta de marras que en ocasiones adquiere un tono brutal y demoledor.
Tras la exposición de deseos, Tusk enumera una serie de propuestas más tangibles y concretas. "Hay que reforzar las fronteras externas de la UE, mejorar la cooperación de los servicios responsables de combatir el terrorismo y proteger el orden y la paz en nuestro territorio, aumentar el gasto de defensa, reforzar la política exterior de la UE y la coordinación de las políticas exteriores de los Estados miembros, y fomentar las inversiones, la inclusión social, el crecimiento, el empleo, la utilización de los beneficios de las transformaciones tecnológicas y la convergencia en la eurozona y en toda Europa". Toda una panoplia de iniciativas muy interesantes e incluso loables, pero quizás demasiado ambiciosas y poco realistas en estos momentos de incertidumbre.
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La inclusión del principal aliado estratégico y en temas de Defensa, el líder de la OTAN, entre las amenazas para la UE es un hecho inaudito que tendrá consecuencias y que probablemente habrá pillado a más de una cancillería europea por sorpresa.
Lo más probable es que Tusk se quede sólo —o casi solo— en este impetuoso envite. La mayoría de los gobiernos europeos ha sido bastante cautelosa a la hora de criticar el veto migratorio y la construcción del muro con México anunciados por la Casa Blanca. España, por ejemplo, ha reaccionado "sin gritos ni estridencias". El más explícito de todos ha sido el presidente de Francia, quien durante la campaña electoral llegó a decir que Trump le daba ganas de vomitar. François Hollande se ha decantado por dar al presidente de EEUU una respuesta "con firmeza". Lo que ocurre es que la actual capacidad de influencia del líder socialista galo es ya muy limitada, por no decir nula, pues tiene medio pie fuera del Elíseo dado que las elecciones presidenciales de abril están a la vuelta de la esquina.
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En cualquier caso, la carta de Tusk ha supuesto todo un bombazo en los despachos de Bruselas y Estrasburgo. No todos callan. En el Parlamento Europeo sí existen voces cualificadas que dicen lo que piensan. Sin ir más lejos, Guy Verhofstadt, el ex primer ministro belga y destacado eurodiputado, líder del grupo parlamentario liberal, sostiene que el objetivo de Trump y su "gurú", Steve Bannon, es bien sencillo: romper la UE. Verhofstadt, quien además es el negociador jefe de la Eurocámara en materia del "Brexit", considera que el nuevo inquilino de la Casa Blanca representa un peligro evidente. "Mi impresión es que tenemos un tercer frente socavando la UE (el primero, siempre en su opinión, es el radicalismo político islámico que ha lanzado ataques terroristas contra Europa; el segundo lo representa Vladimir Putin, financiando a la extrema derecha europea), y que es Donald Trump, quien… ha hablado muy favorablemente de que otros países querrán salir de la Unión, y que espera la desintegración de la UE", dijo en un "think tank" de Londres.
Lo que subyace en el documento de Tusk y en las palabras de Verhofstadt es el peligro real de un Caballo de Troya personificado en el "egoísmo nacionalista". La actitud crítica de ambos políticos hacia una forma de hacer política que aboga por el proteccionismo en todos los sentidos puede servir de preludio para debatir en profundidad el futuro de la Unión Europea. Y así actuar en consecuencia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK