Más de 3.000 agentes y policías de fronteras se desplegaron para llevar a cabo la evacuación, mientras el Ejército israelí se desplegó en la zona para controlar la seguridad.
Desde 31 de enero, decenas de personas estaban atrincheradas en Amona con la intención de resistir a la evacuación de forma "pacífica", según indicó a Sputnik, Tzvi Sukkot, colono del asentamiento de Yitzhar, al sur de la ciudad palestina de Nablus.
La resistencia mostrada durante la entrada de la policía no fue pacífica, como prometía Sukkot.
Varios jóvenes lanzaron piedras, pintura y diversas sustancias tóxicas contra algunos policías.
Al menos 15 agentes resultaron levemente heridos, según confirmó el portavoz de la policía israelí, Micky Rosenfeld.
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En una de ellas, unas 50 personas permanecían sentadas en el suelo a la espera de que la policía los viniera a buscar y se los llevara uno por uno.
Bajo gritos de "no, no, no nos moveremos", diversos jóvenes proferían gritos contra las fuerzas de seguridad, a las que increpaban con frases como: "Somos todos judíos, ¿no te da vergüenza expulsar a los tuyos de sus casas?".
La previsión de la policía era que la evacuación de Amona, de donde al menos nueve familias se fueron voluntariamente, se alargue hasta bien entrada la noche.
El Tribunal Supremo de Justicia de Israel estableció el 8 de febrero como fecha límite para evacuar y demoler Amona, un asentamiento considerado ilegal por las autoridades israelíes y construido en tierra palestina privada.