Así dos senadores rusófobos, Lindsey Graham y John McCain, ya se rascan la cabeza con el tema del paquete de nuevas medidas restrictivas contra Rusia.
Patriotismo se muestra con acusaciones falsas contra Rusia
"Queremos dar al presidente Trump la oportunidad de obligar a Rusia pagar por la interferencia en las elecciones en nuestro país", dijo Graham en reciente entrevista para NBC.
Hay que destacar que su definición del patriotismo suena por lo menos rara. Si no hay pruebas de la supuesta injerencia de Rusia, ¿qué medidas quieren aplicar?
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El senador también señaló que junto con McCain pedirán introducir nuevas sanciones mucho más duras en el sector financiero y de la energía que consideran los "más débiles de Rusia", aunque realmente no es así.
Lo que está claro y lo destacan muchos expertos es que las élites no escatiman esfuerzos por bloquear una posible distensión de relaciones y por presionar a Donald Trump recurriendo a todo tipo de artimañas.
Esta política se convirtió en motivo adicional de indignación del establishment. En este sentido, la así llamada cuestión rusa es muy conveniente en términos de contención de Trump y de seguir la política de detener a Rusia.
Sanciones que no valen para nada
Pero la pregunta es si lo van a lograr. El presidente electo de EEUU ya calificó durante su rueda de prensa de "falsas" las informaciones sobre la supuesta participación del Kremlin en los ciberataques contra instituciones políticas de EEUU.
Y si todo el mundo dice que las acusasiones están fabricadas, ¿de qué sanciones se trata? Además, las sanciones ya no preocupan a nadie porque después de más de dos años está claro que son ineficaces y no afectan a Rusia. Por eso, si quieren que las cancelen, si no, que las mantengan.
Por supuesto, pueden aprobar algún tipo de resolución que exprese la opinión del Senado. Pero no habrá consecuencias prácticas para la política de la administración de Trump, afirman los expertos.
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La política exterior estadounidense está definida por la Administración en virtud de la Constitución. Posteriormente, el Congreso puede tratar de dificultar la vida del presidente. Pero en cualquier caso la iniciativa se llevará a cabo desde la Casa Blanca.
Es evidente que la situación política en EEUU cambia a ritmos frenéticos, el hecho de que los halcones tengan sed de sangre ya no vale para nada y tendrán que tomarlo en cuenta.
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