Porque si del déficit se pasa al endeudamiento excesivo para contrarrestar su efecto, si se acude a recortes o aumentos tributarios con idéntico fin, es inevitable caer en la espiral de la inseguridad económica que ahuyenta a los capitales lo que deprecia al peso y redunda en su menor poder adquisitivo lo que lleva a la inseguridad económica y a la inestabilidad social… De ahí que no haya que ser economista —esa persona "que gana dinero explicando a los demás cómo han perdido el suyo"— para conjeturar que a menor déficit, es decir, menor endeudamiento, menor sería también la devaluación del peso mexicano. Dicho así, parece tarea fácil prevenir los cíclicos terremotos financieros que enfrenta la economía azteca, pero ya se sabe que "los estudios económicos normalmente sirven para darse cuenta de que el mejor momento para haber hecho algo fue el año pasado".
Pues si volteamos a ver a México no como una federación manejada con visión del mañana, sino como una entidad corporativa urgida de beneficios a corto plazo sin importar el costo social de los mismos, no cabe dudas de que su "empleado estrella" —ese cuyo retiro anticipado reclaman muchos en estos días de manifiesta inconformidad social— ha alcanzado ya su máximo nivel de incompetencia.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK