Asimismo fue desarrollada la tercera arma Vengeance —el V-3 supercañón— e incluso se usó brevemente, aunque no contra un objetivo real. El V-3 recuerda el proyecto de un villano en una película de James Bond: era un arma poco práctica alojada en una base secreta subterránea construida a un costo inmenso, destinada a aterrorizar a la población civil de una ciudad importante, escribe Sebastien Roblin para el rotativo The National Interest.
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— r/ (@bzdt3) 12 мая 2016 г.
El V-3 se basa en los cañones alemanes Kaiser Wilhelm que entraron en acción militar en marzo de 1918, durante la Primera Guerra Mundial. Estas armas de la empresa Krupp podían bombardear la capital francesa a 120 km de distancia y eran las primeras capaces de disparar un proyectil hacia la estratosfera. La mayor cantidad de víctimas por esta arma se produjo al derrumbarse el techo de la iglesia de St. Gervais en París, donde murieron noventa y una personas que asistían a un servicio del Viernes Santo.
La Primera Guerra Mundial terminó antes de que la superarma francesa pudiera ser propiamente desarrollada. Sin embargo, 24 años más tarde, el ingeniero alemán August Cönders descubrió la patente en París, entonces ocupada por los nazis, y decidió poner en práctica el concepto.
Después de probar una versión en miniatura, Cönders presentó la idea al ministro de producción de guerra Albert Speer, quien convenció a Hitler de dedicar recursos significativos al proyecto. La idea era construir dos baterías de cañones que pudieran escupir proyectiles que viajaran a 1.500 metros por segundo para bombardear Londres desde el otro lado del Canal de la Mancha. En teoría, las baterías deberían disparar 600 balas por hora, 24 horas al día, reduciendo la capital británica a un monte de escombros.
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Hitler autorizó la construcción de una enorme guarida secreta cerca de la aldea francesa de Mimoyecques, en la región de Pas-de-Calais, para albergar las armas, cuya actuación aún ni siquiera estaba probada. Más de cinco mil ingenieros y obreros de la construcción, complementados por mano de obra esclava soviética, estaban involucrados en el proyecto.
Estos enormes cañones tenían cien metros de longitud (un poco más que el largo de un campo de fútbol) y eran de ánima lisa. Fueron colocados a lo largo de los túneles excavados especialmente para ellos y dirigidos hacia el puente de Westminster.
Después de la Segunda Guerra Mundial, el concepto de superarma fue rápidamente reemplazado por los misiles balísticos del tipo V-2 alemán y olvidado como tal.