De acuerdo con el plan de desarrollo, el Zumwalt debería haberse convertido en el crucero del siglo 21, capaz de garantizar a EEUU el dominio en los océanos y las aguas costeras y litorales durante al menos unos 50 años. Las ideas principales concebidas en su creación fueron la poca visibilidad gracias a tecnologías furtivas y su pequeña tripulación. No obstante, a juicio de Fredenburg, ambos conceptos resultaron mal pensados.
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El analista prosigue que todos los problemas del nuevo destructor estadounidense están causados por su coste colosal y los intentos de los desarrolladores de reducir gastos, ahorrando en "lo poco necesario".
Costos elevados, ¿quién es el responsable?
No obstante, a medida que transcurría el tiempo, el destructor iba subiendo de precio mientras que el número de unidades que pudo permitir el presupuesto de EEUU, iba disminuyendo, destaca Fredenburg.
"Hasta ahora la Armada ha limitado la producción a solo tres buques, cada uno de más de 4.200 millones de dólares en costos de construcción solamente. Agregue más de 10.000 millones para costos de desarrollo y cada buque acabará en más de 7.000 millones", profundiza el autor.
Reducción del tamaño de la tripulación
La idea de reducir drásticamente el número de los tripulantes —a tan solo 95 personas— con la introducción de sistemas de control autónomos se basó en gran medida en el deseo de ahorrar en el mantenimiento del numeroso personal, necesario para todas las naves contemporáneas de este tamaño. Sin embargo, tras un crítico análisis, fue decidido aumentar el número de los tripulantes a 147 marineros, pero, de acuerdo con Fredenburg, esta cantidad tampoco será suficiente en caso de que el destructor sufra grandes daños de combate.
"Lo más sorprendente es que en un momento los líderes de la Armada propusieron eliminar la posición del cocinero del buque. En lugar de las comidas recién preparadas, los tripulantes del Zumwalt navegarían por los mares con comidas precocinadas, calentándolas por sí mismos", detalla.
Trampas de las tecnologías furtivas
Además, en una inspección cercana resulta que la baja visibilidad del Zumwalt para los radares no es una gran ventaja, continúa Fredenburg. Según el plan de desarrollo, el destructor dominaría incluso en las aguas costeras y litorales, "llenas de buques pesqueros y de carga, petroleros y barcos de enemigos potenciales". Por lo tanto, es poco probable que se necesiten los radares para detectarlo.
Otro punto débil del Zumwalt consiste en su alta vulnerabilidad a los submarinos, por lo cual "requiere de una pantalla de buques defensores", que lo seguirían en las aguas costeras y litorales. Además, cuando el Zumwalt sea parte de un grupo de batalla, todas sus ventajas furtivas se perderán debido a la vulnerabilidad de las otras naves ante los radares enemigos.
"El Zumwalt es un desastre absoluto. Con las armas neutralizadas, su papel del activo principal cuestionado en la guerra antisubmarino y sus tecnologías furtivas no tan ventajosas, parece ser un buque sin misión", concluye.