"Es una declaración de la diplomacia petrolera mexicana, sin descartar que se debe vigilar su cumplimiento, queda claro que la producción mexicana sigue en picada, más rápido que lo previsto por Pemex a principios de 2016", dijo a esta agencia el investigador en temas energéticos del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) Alexis Juárez.
Esa reducción se suma a los 1,2 millones b/d que los países del cartel petrolero ya habían acordado recortar de su producción el 30 de noviembre, para sacar del mercado el excedente del energético que ha derrumbado los precios desde finales de 2014.
"México aplicará una reducción administrada de 100.000 barriles por día (b/d) durante el primer semestre del 2017, conforme al Plan de Negocios de Petróleos Mexicanos (Pemex, estatal) y tomando en cuenta la declinación natural de sus yacimientos", dijo la secretaría de Energía el domingo.
El académico del posgrado sobre la Reforma Energética en la Escuela de Gobierno del ITESM, explicó en entrevista con Sputnik Nóvosti que "el anuncio coincide con la estimación del declive de la producción que hicimos, y lo que Pemex llama 'reducción administrada' contempla descartar la producción de campos sin viabilidad comercial con los bajos precios actuales, prevista desde mayo pasado".
El fin de la guerra de precios
Esos acuerdos para eliminar el excedente de los suministros globales, pone fin a la guerra de precios que Arabia Saudí comenzó para defender sus posiciones de mercado, sobre todo en EEUU, con una sobreproducción estimada en 2 millones de b/d a finales de 2014 y todo 2015.
Los principales destinatario de aquel ataque a los precios, fueron los nuevos productores de crudos no convencionales de esquisto en Texas y Dakota del Norte de EEUU, muchos de los cuales que fueron vencido y sacados del mercado, porque necesitan precios arriba de los 65 dólares por barril para recuperar las costosas inversiones de la controversial técnica de fractura hidráulica.
Antes de la reunión, México anunció en un posicionamiento escrito del secretario de Energía, Pedro Joaquín Coldwell, que mantendría su meta de producción para 2017 contenida en el Plan de Negocios de Petróleos Mexicanos (Pemex, estatal) a pesar que reconocía que el recorte anunciado por la OPEP "contribuirá a la estabilización de los precios del crudo".
México batalla por frenar la caída sostenida de su producción petrolera, que ha mantenido una baja constante desde su pico histórico alcanzado en 2004.
La meta estimada para 2017 se mantiene a la baja en 1,94 millones de barriles diarios, unos 220.000 b/d menos que el promedio esperado para el cierre de 2016, confirmó el gobierno antes de la reunión del fin de semana.
El encubrimiento de este declive como un recorte pactado ha sido notado por otros analistas de la industria.
"El acuerdo no-OPEP incluye una contabilidad creativa, permitiendo a países como México y Azerbaiyán vestir las declinaciones naturales en la producción como recortes de producción reales", comentó la agencia financiera Bloomberg sobre el papel de esos países en el acuerdo.
La llave del grifo
Arabia Saudita, uno de los principales responsable de la sobreoferta de crudo mundial, disminuirá el bombeo en 486.000 b/d, pero añadió el fin de semana que podría hacer recortes más profundos, si era necesario restablecer el equilibrio del mercado.
"Los saudíes, con sus bajísimos costos de producción de entre 4 y 6 dólares por barril, en sus prodigiosos campos terrestres de crudos ligeros, son los únicos productores con capacidad de abrir y cerrar la llave de sus pozos a voluntad", dijo a Sputnik Nóvosti Elio Ohep, editor jefe del portal especializado Petroleumworld.
Desde hace más de un año, la sobreoferta del energético emprendida por Riad y otros productores árabes llevó a los precios del crudo a su peor nivel desde los años 1990, a principios de 2016.
México encara un dilema porque necesita mejores precios petroleros pero también aumentar su deprimida producción.
El país acaba de celebrar hace una semana una exitosa licitación con ocho contratos de licencias, firmados por más de 40.000 millones de dólares para explotar sus campos bajo las aguas profundas del Golfo de México con las grandes petroleras mundiales, como las estadounidenses ExxonMobil, Chevron, la británica BP, y la noruega Statoil y petroleras de China, Japón e Indonesia.
De acuerdo con una presentación de la secretaría de Energía a inversionistas, a la cual tuvo acceso Sputnik Nóvosti, el primer barril de crudo para comercialización en aguas profundas del Golfo de México tardará 12 años (2028), en agua someras del Golfo requiere 10 años (2026), para crudos no convencionales en los desiertos fronterizos con Texas, EEUU, dos años (2019), y en otros campos terrestres del sur, tres años (2020).
La consultora KMPG estima que los 900.000 b/d esperados en esos campos del Golfo de México, son poco más del 40% de la producción actual, de acuerdo con un análisis publicado por El Financiero este lunes.
Los contratos de las tres convocatorias anteriores, firmados desde el arranque de la apertura a la inversión extranjera y privada de la reforma energética en el verano de 2015, contempla además otro 12,5% de incremento a la producción actual mexicana.
De tal manera que en una década más, el incremento real de la producción mexicana se estima en 350.000 b/d arriba del actual rango de 1,9 millones b/d actuales, es decir elevarse hasta los 2,25 millones b/d en 2026 estimó KPMG.