Eso no es todo: en otros tres estados —Nevada, Maine y Massachusetts—, también fue aprobado el disfrute con fines lúdicos del enervante, y el conservadurismo solo la frenó en Arizona.
También es significativo, dice la experta, que el estado de Florida, escenario de un determinante fracaso de la demócrata Hillary Clinton, aprobó a la vez el uso de la marihuana medicinal.
"En todo el mapa de la elección de la semana pasada, ocho estados aprobaron algún uso de la marihuana, medicinal o recreativo, es parte de una tendencia que viene desde hace unos ocho o diez años, en amplios territorios de EEUU donde la percepción de la marihuana ha vendo cambiando, y que ahora interroga a México", explica la autora y profesora de periodismo en la Universidad de Nuevo México.
Hace diez años había una mayoría en contra en EEUU, pero la marea ha cambiado, con la nueva percepción y el influjo de la llamada de la generación de los Millennials, compuesta por jóvenes de 20 o 35 años de edad que se hicieron adultos en la bonanza económica del cambio de milenio, una década después del fin de la Guerra Fría.
Mientras tanto, en México cada día se mata por traficar y se persigue por posesión de la hierba.
Cabildeo en Washington
El debate a favor de la producción, distribución y consumo de la marihuana no solo involucra a los consumidores, sino, como toda industria en EEUU, a los productores, dice la académica y periodista mexicana de investigación, corresponsal de varios medios en México, quien ha sido periodista en The Dallas Morning News y El Paso Times.
La National Cannabis Industry Association ha encumbrado al experto Michale Correia como su portavoz en los pasillos del poder legislativo y ejecutivo en Washington.
Ahora mismo, el lobista debe estar preparando el portafolio para defender ante el Capitolio y la Casa Blanca los mandatos a favor de la marihuana conseguidos en las pasadas elecciones.
"Correia dialoga en el Congreso con todos los representantes, para resolver la contradicción de un producto ilegal a nivel federal, que sigue siendo prohibido y objeto de persecución, frente a estados que la han ido legalizando en la urnas", explica la experta, quien ha podido conocer el trabajo del cabildero.
Las controversias entre leyes federales y estaduales se reflejan en temas corporativos: "Los inversionistas de esa industria no tienen accesos al sistema bancario, no puede abrir cuentas en los grandes bancos, que temen dar servicios a una posible actividad ilegal federal", prosigue la experta.
Como todo negocio, las fisuras del sistema se abren poco a poco: "Hay pequeños bancos locales que ya le están dando servicios financieros a esos empresarios de la cannabis y asumen el riesgo", explica la autora.
Esos bancos quieren salir de las sombras, dejar de operar bajo el agua: "Quieren dejar de disfrazar sus servicios bancarios que todos saben en el gobierno".
Del amor y paz al negocio
Los promotores ya no son los consumidores que enarbolaron el lema de Amor y Paz en los años del pacifismo y la revolución sexual de los años 1960, sino quienes han descubierto que es un factor industrial y de paz social.
"La marihuana ha estado asociada culturalmente a movimientos pacifistas, libertarios y contraculturales de los sesenta y setenta, a la rebeldía hippie", explica la investigadora.
Pero la puerta comenzó a abrirse en Colorado y en la propia California en 1996, con un debate sobre los usos medicinales de la planta enervante, pero recién en 2010 fue formulada la propuesta de legalizar su uso recreativo.
Era cuestión de tiempo, y esa fecha se cumplió, paradójicamente, cuando llega a la Casa Blanca Trump, un ultraconservador con discurso punitivo.
El presidente saliente Barack Obama se percató de la contradicción de la industria cuando la marihuana se abría paso en las urnas e instruyó la redacción en 2009 de un memorándum.
El texto firmado por el viceprocurador federal James Cole fue dirigido a todos los fiscales de EEUU, con directrices relacionadas con las nuevas legislaciones en los estados donde el voto legalizaba la droga.
El memo ratificado en 2011 y 2013 reglamenta que la marihuana no debe llegar a los menores, ni ser utilizada por la mafias del crimen, ni extenderse a estados donde el voto no le favorece, ni ser un encubrimiento de otras drogas prohibidas, ni ser cultivada en tierras federales.
El documento enfatiza que esa industria autorizada no debe ser motivo para la violencia, el uso de armas, ni ser permitida para conductores de autos, ni generar otras consecuencias negativas en la salud pública. Los mismos temas que preocupan en México.
Luego de las votaciones de la semana pasada, la presión para retirar las restricciones crecerá, pronostica Cárdenas.
Trump dijo en sus discursos que estaba 100% a favor de la marihuana medicinal y que respetaría los estados donde el voto la favorece.
Toda la incertidumbre ahora radica en saber quién será el encargado de la oficina del fiscal federal general, y cuál su política antidrogas.
La marihuana es la droga ilícita más popular en EEUU: 57% de los estadounidenses está a favor de su legalización, de acuerdo con sondeos del Centro de Investigación Pew.
Y es un negocio en ascenso: en 2014 la industria fue valuada en 4.600 millones de dólares, de acurdo con la consultora Arcview, pero hace dos años un 90% procedía de ingresos por los usos medicinales.
Para México, la legalización en California representa que al lado vivirá una de la mayores economías del mundo con una industria de marihuana valuada en 6.400 millones para ese año.
"El debate mexicano ya no debe ser reactivo, debe convertirse en una discusión consistente, informada, desprejuiciada y desmitificada a la luz de la realidad y los datos", puntualizó Cárdenas.