La representante costarricense señaló que Latinoamérica ejerció "un liderazgo importante" para lograr el Acuerdo de París, aprobado en diciembre del año pasado en la COP21, debido a su "sentido de urgencia" por la vulnerabilidad de la región a los efectos del cambio climático.
"Todos reconocemos que vivimos en una región altamente vulnerable, que está muy expuesta a los efectos del cambio climático y veíamos como un ítem primordial lograr un acuerdo para ir avanzando y mejorar las condiciones que tenemos de exposición a esos efectos", explicó Meza.
Se espera que la COP22 sea escenario de nuevas negociaciones en las que los gobiernos definan prioridades.
Según la vocera de Ailac, cuya presidencia rotativa ejerce actualmente Costa Rica, el Acuerdo de París supone un cambio en el modelo de desarrollo, lo que constituye "el mayor reto a la hora de hablar de implementación".
De lo que se habla es de "descarbonizar las economías, y hacer esa descarbonización implica transformar la forma en que nos movemos, la forma en que producimos, y eso tomará tiempo, va a implicar cambios relevantes, implica hablar del cambio climático como modelo de desarrollo", observó.
El objetivo es evitar que la temperatura media del planeta aumente en este siglo más de dos grados centígrados, considerado el umbral de un cambio climático catastrófico.
Esto requiere cambios en la forma en que se llevan a cabo muchas actividades humanas, desde la ganadería hasta el transporte, pasando por la generación de energía y la extracción de recursos naturales.
Finanzas climáticas
Semejante transformación requiere recursos, por eso uno de los ejes de las negociaciones en Marrakech se refiere a las "finanzas climáticas".
El compromiso de aportar 100.000 millones de dólares para 2020 para financiar las medidas de mitigación y adaptación al cambio climático recae sobre todo en las espaldas del mundo rico, según el principio de responsabilidades comunes pero diferenciadas, aunque el Acuerdo de París establece también un financiamiento voluntario Sur-Sur.
Pero son los países industriales los que deben hacer el mayor esfuerzo.
Los compromisos asumidos por cada país son las Contribuciones Nacionales Determinadas e incluyen las metas de reducción de emisiones de gases (mitigación), adaptación, financiación, desarrollo de capacidades y transferencia tecnológica.
El conjunto de las contribuciones nacionales será el indicador que muestre si está consiguiendo o no mantener el aumento de la temperatura mundial por debajo de los dos grados.
Pero cómo hacer transparente y verificable la financiación climática es uno de los temas más complejos de la COP22.
"Necesitamos entender qué es lo que va a clasificarse como finanzas climáticas…, porque hay un compromiso de los países desarrollados de trasladar esos recursos y hay que localmente también tener claridad de cómo vamos a hacer la identificación de que esos flujos financieros, si están llegando", explicó Meza, quien recordó las dificultades dentro de los países latinoamericanos para transparentar este tipo de procesos.
"En muchos de nuestros países a duras penas monitoreamos cuál es la inversión pública asociada a ciertas metas estratégicas", por lo que es necesario "desarrollar capacidades para poder monitorear que efectivamente esos compromisos financieros que tienen los países desarrollados con los países en vías de desarrollo se están cumpliendo", añadió.
La Convención Marco, que entró en vigor en 1994, cuenta con 197 partes, que corresponden a 196 países y la Unión Europea.