Tras la luz verde de la Cámara de Diputados y el Senado Temer estampó la firma final, que obliga a Brasil a reducir la emisión de gases un 37% hasta el año 2025.
El objetivo global de los países firmantes es que el aumento de la temperatura no sobrepase los dos grados centígrados en comparación con el periodo preindustrial.
Tras la firma del tratado Temer aseguró que la preservación del medio ambiente es una "cuestión de Estado" y que es independiente de uno u otro gobierno.