"La vida —como es— en realidad es una batalla no entre el bien y el mal, sino entre lo malo y lo peor".
(Iósif Brodsky, Premio Nobel de Literatura, 1940-1996)
La contienda electoral entre la demócrata Hillary Clinton y el republicano Donald Trump, en realidad ha sido convertida por la voluntad del 1% de la población, que está gobernando el país con la ayuda al 92% de los medios de comunicación a su servicio, en una lucha política sucia donde las ideas y propuestas cedieron su lugar a los chismes y acusaciones personales. Se quedaron en la historia los intereses colectivos de los norteamericanos y lo personal se apoderó por completo de la agenda política del proceso electoral a menos de 20 días de la votación.
En vez de provocar un debate en Norteamérica que fortalecería la agenda electoral de Hillary Clinton y sus ideas de expansión norteamericana vía globalización, Donald Trump ha sido elevado involuntariamente al liderazgo del debate por los mismos medios de comunicación que lo trataban de denigrar. El fenómeno de Trump no ha desaparecido del panorama político norteamericano y seguirá latente incluso en el caso de no ser elegido, porque el discurso de Donald ha canalizado la frustración y el malestar del pueblo norteamericano por su situación económica cada año más difícil y en especial de la clase trabajadora, sus ciudades como Detroit arruinadas, sus vidas en caída libre y el miedo al futuro para sus hijos.
En realidad, Trump, en su discurso anti-globalizador, rechazando los acuerdos de libre comercio como el Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (NAFTA), resucitó las advertencias del excandidato presidencial Ross Perot, quien alertó a sus compatriotas en 1994 que pronto ellos escucharían el ruido del NAFTA, asemejándolo a una 'aspiradora' que engulliría buenos empleos estadounidenses y los enviaría a México. Unos 20 años después de la firma de este tratado, el sindicato AFL-CIA, que agrupa al sector industrial de EEUU, aseguró que el NAFTA significó la pérdida de 700.000 trabajos entre 1994 y 2014, los cuales se habrían ido a México.
Entonces, desde este punto de vista, Trump realmente está expresando las preocupaciones de un importante sector de la población norteamericana. Habla de la necesidad de crear una oferta competitiva en la industria farmacéutica para abaratar los medicamentos en EEUU, anuncia la necesidad de aumentar los aranceles para los productos de las compañías norteamericanas que se trasladaron al extranjero para obligarlos a retornar. También Trump está denunciando la manipulación del valor de la divisa por la Reserva Federal, el Banco Central Europeo, el Banco de Japón, los bancos chinos para acelerar el traslado de puestos de trabajo estadounidenses al extranjero.
Por supuesto, hay que tener bien claro que, a pesar de las divergencias entre el discurso de Donald Trump y Hillary Clinton, ambos candidatos pertenecen al mismo sistema y representan sus intereses, y siempre seguirán las instrucciones u órdenes de ese 1% de los más ricos y poderosos. En cualquier momento, de acuerdo a los intereses de la clase dominante, cada uno de sus candidatos podría cambiar su discurso. En 2013, Hillary Clinton, por ejemplo, tenía muy positiva opinión sobre Vladímir Putin, pero en 2014 cambió bruscamente sus puntos de vista y posteriormente comparó a Putin con Hitler. Todo depende de las directivas del 1%.
Mientras tanto, el sistema necesita a Hillary Clinton para la Presidencia del país. La quiere en este momento como 'reina de la guerra', cuya retórica endulza los oídos del complejo militar-industrial y los de los globalizadores iluminados o, como los llaman en Estados Unidos, los 'halcones de la silla de rueda'. El presidente Obama la presenta como "la candidata más cualificada en la historia del país". Nadie audita o analiza qué pasó con los 200.000 millones de ayuda al extranjero que ella administró entre 2009-2012 cuando era secretaria de Estado, a pesar de que la propia Clinton admitió que la Agencia para el Desarrollo Internacional (AID) que ella administró "tuvo grandes fallas y necesitaba una reorganización".
Tampoco se habla mucho de la Fundación Clinton, cuyo capital supera los 2.000 millones de dólares y las donaciones que ha recibido Hillary Clinton de Catar y Arabia Saudita (100 millones de dólares) que de paso están financiando también al Estado Islámico con el consentimiento del Gobierno norteamericano. Todo se hace en familia y por algo el Gobierno de Catar mandó un cheque por un millón de dólares a Bill Clinton el día de su cumpleaños. Los megabancos son también muy generosos con Hillary Clinton. Solamente Goldman Sachs le pagó por tres discursos 675.000 dólares (4 de junio, 24 y 29 de octubre 2013), en uno de los cuales (4 de junio 2013) Hillary anunció: "Vamos a rodear China con misiles. Pondríamos más barcos de guerra en la región". Aquel discurso fue aplaudido por los ejecutivos de Goldman Sachs.
La mayoría de los periodistas, según Fox News Opinion, se convirtieron en 'mayordomos' y 'sirvientes' de Hillary. Entre ellos figuran los que hasta ahora se consideraban como independientes y objetivos: George Stephanopoulos (ABC News), Maggie Haberman (The New York Times), Mark Leibovich (The NYT), John Harwood (CNBC). The Huffington Post llamó a Trump ser "autoritario, oscurantista, fascista, mentiroso, misógino, racista y xenófobo que incita a la violencia". La periodista de ABC News Martha Raddatz acusó a Donald de no tener entusiasmo para una confrontación militar con Rusia. The New York Times caracterizó a Donald como "demasiado estúpido, volátil, ignorante y vicioso".
Ellos se acordaron de lo que escribieron en 2008 las periodistas Dahlia Lithwick y Melinda Henneberger: "seguramente la conducta del esposo de Hillary le trajo humillación. Pero ella también ayudó a su marido a humillar a las mujeres que lo denunciaron". Hillary calificó a Monica Lewinsky como "lunática narcisista con la cabeza hueca" y comparó a Gennifer Flowers, otra amante de Bill, con un "camión de basura". El 9 de octubre pasado una de las mujeres, Juanita Broaddrick, que fue violada por Bill Clinton, según su denuncia, declaró que "posiblemente el señor Trump había usado palabras no apropiadas respecto a algunas mujeres, pero Bill Clinton me violó y Hillary me amenazó".
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Al tratar de acallar el problema de sexo relacionado con Donald Trump, los medios incrementaron al mismo tiempo sus esfuerzos junto con el sistema para proteger a Hillary contra graves acusaciones por el uso indebido de los emails por la ex secretaria de Estado revelados por WikiLeaks. El uso del servidor particular para miles de mensajes vía email que contenían la información clasificada del Departamento de Estado constituye un delito por el cual cualquier persona podría ser encarcelada. Pero no en el caso de Hillary, porque, según la denuncia del congresista republicano, Jason Chaffetz, el Departamento de Estado ha hecho todo lo posible para que el FBI, que está a cargo de la investigación, cambie la clasificación de los emails de Hillary Clinton cuando se desempeñaba como secretaria de Estado, a cambio de aumentar el número de puestos para los agentes del FBI en el extranjero.
En fin, toda esta campaña electoral se ha convertido en una guerra sucia que hace dudar del sistema democrático norteamericano. El mismo Trump se considera una víctima de la conspiración de los medios de comunicación, al afirmar que "la elección está manipulada por los medios deshonestos, que imponen a la chueca Hillary, pero también por muchos centros de votación. Triste", escribió el candidato republicano en su cuenta de Twitter.
The election is absolutely being rigged by the dishonest and distorted media pushing Crooked Hillary — but also at many polling places — SAD
— Donald J. Trump (@realDonaldTrump) 16 октября 2016 г.
El periódico Kankakee Daily Journal informó recientemente que "muchas personas denunciaron que los desconocidos les ofrecieron dinero por votar a favor de Hillary Clinton". La Fundación Project Veritas Action reveló que la violencia en algunos mítines de Trump había sido provocada deliberadamente por el Partido Demócrata.
Allí va la cosa con un olor a un posible fraude. El hecho de que las encuestas dan una certera ventaja a Hillary Clinton y están anunciando la derrota de Trump todavía no significa nada. La reciente experiencia de Colombia lo demuestra. Durante meses, todas las encuestas daban por hecho el triunfo del voto por el 'sí' a los acuerdos de paz. Sin embargo, ganó el 'no'. De repente algo parecido puede suceder en EEUU. Los medios de comunicación y las agencias encuestadoras no informan sobre el apoyo que tiene el candidato Trump entre los evangélicos, que lo consideran 'Baby Christian'. La Congregación Nacional Evangélica anunció hace poco que "Dios está preparándose para hacer estremecer a las naciones del mundo y Él estaría usando a Trump para esta tarea".
Si tomamos en cuenta que los evangélicos norteamericanos cuentan con unos 90 o 100 millones de devotos declarados, lo imprevisible para los globalizadores podría suceder. Mientras tanto, a 19 días de las elecciones presidenciales, el candidato republicano Donald Trump 'está vivito y coleando' como reza un refrán popular. Y la guerra sucia persiste.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK