"Siempre me gustaron los museos de historia natural porque podes mirar al animal de cerca, apreciar cada detalle", dijo a Sputnik, Gerardo Cantou, preparador naturalista y taxidermista del Museo de Ciencias Naturales del Colegio Pío, en Montevideo.
Cuando cumplió 17 fue al Museo de Ciencias Naturales de La Plata, Argentina. Allí se enteró que existían cursos de taxidermia y conservación de animales. Lo invadió la curiosidad y se mudó para estudiar algo que en su país no existía.
Parte de su trabajo actual en el Museo de Ciencias Naturales es concientizar a los niños de la importancia de preservar la fauna. Jamás sale a matar un animal. Hace su trabajo con los que mueren por causas naturales.
Esto para Cantou, más que un oficio, es un arte.
"Cuando se recibe al animal hay que vaciarlo por completo. Hay que darle vida al cuero que queda. Para eso hay que tener muy claro cuáles son los gestos del animal, para que cuando el público lo vea piense que el animal sigue vivo. Eso se aprende solo con la práctica, los detalles marcan la diferencia. Solo así se logra el realismo", explicó.
Su mayor problema son los ojos. "Los tengo que importar. En Uruguay no hay ojos de vidrio, solo hay de plástico, los que usan los peluches. Conseguir de vidrio es esencial porque el brillo del ojo es la imagen típica de la vida", destacó el especialista.