El diario ruso Lenta.ru contó en un artículo la historia del manuscrito y los intentos que se han hecho hasta hoy por descifrarlo.
Inicios del misterio
En 1912, el anticuario y bibliófilo Wilfrid Voynich halló en Villa Mondragone, en Italia, un documento muy extraño, escrito en un idioma desconocido con letras entrelazadas. El libro contenía además numerosas ilustraciones con diferentes tipos de plantas, personas, fenómenos naturales y movimientos de cuerpos celestes.
Según los datos obtenidos a través de la datación por radiocarbono, el documento fue elaborado entre los años 1404 y 1438, es decir, Bacon no pudo tener ninguna relación con él.
El primer dueño del libro fue el alquimista checo Georgius Baresch, que pasó 20 años tratando de desentrañar sus misterios. Tras su muerte, el manuscrito pasó a manos de su amigo Johannes Marcus Marci, quien también intentó descifrarlo, en vano.
No se sabe si Baresch consiguió sacar algo en claro, pero de todos modos, el libro acabó en posesión de los jesuitas, en cuyos archivos estuvo guardado durante los siguientes siglos antes de que fuera descubierto allí por el propio Voynich.
Voynich entregó el manuscrito al criptógrafo y catedrático William Newbold, que igual que Baresch, pasó los últimos años de su vida tratando de descifrarlo. Newbold opinaba que los símbolos que aparecían en el libro eran anagramas, pero esta teoría fue desmentida por otro criptógrafo, William Friedman, que encabezó un grupo de científicos que concluyeron que las letras no son anagramas y que el idioma del manuscrito es artificial.
Ideas y teorías
Posteriormente, hubo quien dijo que el documento, en realidad, era falso, y que simplemente fue escrito sobre papeles antiguos. Sin embargo, es poco probable que un falsificador hubiera encontrado 120 páginas de pergamino del siglo XV y que lo hubiera hecho en una época en la que aún no existía el método de datación por radiocarbono.
De hecho, hubo muchas teorías sobre el idioma del manuscrito: un experto aseguró que el texto estaba escrito en latín con varias letras simplemente cambiadas de sitio, otros analistas probaron que se trataría de frases en idioma ucraniano antiguo con las vocales omitidas. Incluso hubo quien afirmó que se trataría de una lengua artificial creada sobre la base de diversos idiomas.
¡Tecnología al rescate!
El físico de la Universidad de Manchester Marcello Montemurro aplicó uno de los métodos utilizados en los estudios de cifrado de información en el proceso de funcionamiento de las neuronas. Este método permite detectar la presencia de datos importantes en una señal, aunque no pueda interpretarlos.
En una entrevista con Lenta.ru, el científico declaró que cuanto más estudiaba las peculiaridades estáticas del idioma, más niveles de su estructura encontraba. El investigador rechazó por completo la teoría de que el Manuscrito Voynich contiene información cifrada, ya que los códigos complejos destruyen la estructura estática de la lengua para evitar que alguien 'ajeno' pueda leer el contenido del mensaje.
El estudio de Montemurro ha probado que varios grupos de palabras sí pertenecen a los capítulos específicos del libro, lo que significa que el vocabulario en una página corresponde a la ilustración que aparece en ella.
Varios otros estudios realizados en los últimos años también han confirmado la autenticidad del manuscrito, no obstante, ninguno logró elaborar un sistema que permitiera traducir el texto o entender el sentido detrás de los enigmáticos símbolos.
Todo parece indicar que aún tendremos que esperar para poder entender qué quiere decirnos el Manuscrito Voynich, un misterio que dura ya cinco siglos.