Los buques más simbólicos e importantes de la Armada estadounidense, los portaviones, podrían estar en peligro de extinción. La proliferación de las armas de largo alcance del sistema A2/AD y el reducido margen de maniobra de las escuadrillas aéreas de los portaviones ha puesto en duda la necesidad de continuar invirtiendo grandes sumas de dinero en este tipo de naves.
Además, los mismos aviones embarcados en los portaviones estadounidenses se ven muy limitados por su menor alcance de actuación. El nuevo avión F-35, en el que han depositado tantas esperanzas las autoridades de la Armada estadounidense, no solo tiene una autonomía de tan solo 1.166 km, sino que también sufre muchos contratiempos en los ensayos y su coste es realmente alto.
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Si no se logra esto, el rápido desarrollo de las armas antibuque de largo alcance llevará a que los portaviones —los aeródromos flotantes de EEUU— sigan el camino de los acorazados, que también se vieron desafiados por el creciente poderío de las contramedidas enemigas y, finalmente, abandonaron el teatro de operaciones de la guerra moderna.