La semana pasada, dos expertos de la ONU especializados en derechos humanos han exhortado a Filipinas a cesar el apoyo a los asesinatos extrajudiciales que se cometen en el país tras la promesa del presidente filipino de acabar con los narcotraficantes.
De acuerdo con los defensores de los derechos humanos, al menos 900 personas han sido asesinadas a causa de supuestos vínculos con el narcotráfico.
"Si ustedes tienen una sola cosa contra mí, yo puedo decir una decena sobre ustedes. Son inútiles. Porque si ustedes de verdad tuviesen la voluntad habrían podido detener estas guerras y asesinatos", subrayó.
A su juicio, conforme al protocolo, la ONU habría tenido que enviar un mensajero para hablar con él —Duterte— y no emitir un comunicado "que deshonra al país".
Anteriormente, el presidente filipino declaró que seguirá matando a los narcotraficantes y los drogadictos del país "sin preocuparse por sus derechos humanos".
El enfoque de Duterte y el apoyo a los asesinatos extrajudiciales en Filipinas han provocado preocupación en la comunidad internacional, al punto que el mismo secretario general de la ONU, Ban Ki-moon, ha condenado la conducta de las autoridades filipinas.