Tal prohibición se implantó en numerosas localidades francesas, su infracción se multa con 38 euros, varias mujeres musulmanas ya fueron condenadas a pagar ese dinero.
Un día después Valls se pronunció en apoyo a los alcaldes que dispusieron prohibir el burkini en sus ciudades, así como indicó que la propia idea de tal traje de baño supone que la mujer es "viciosa" por su naturaleza, lo que contradice los valores de la República Francesa.
En abril de 2011 Francia prohibió el uso en lugares públicos de la ropa musulmana que cubre completamente la cara, se puede llevarla en casa, en la habitación del hotel, en locales de unas asociaciones de acceso restringido y en lugares donde se administra el culto religioso.
El Tribunal Europeo de Derechos Humanos dictaminó en el verano de 2014 que la normativa es válida.