"Las playas, como todo espacio público, tienen que preservarse de toda reivindicación religiosa", ha explicado Valls, según recoge El País. "El burkini no es una nueva gama de bañadores, una moda. Es la traducción de un proyecto de sociedad regresiva, fundado, entre otros, en el sometimiento de la mujer", prosiguió el primer ministro.
El político francés también se ha pronunciado por hacer más severa la ley de 2010 que prohíbe el uso del burka en Francia, aunque no de manera automática. "Antes de pensar en legislar, haremos aplicar la ley que prohíbe el velo integral en el espacio público. (…) Las autoridades musulmanas también deben condenar el velo integral, condenar los actos de provocación que crean las condiciones de la confrontación", ha afirmado Valls.
"Si queremos construir un Islam de Francia, compatible con nuestros valores, nuestras libertades, la igualdad entre hombres y mujeres, el Islam debe, al igual que las demás religiones, aceptar la discreción en la manifestación de sus convicciones religiosas", ha constatado el primer ministro, quien se mostró de acuerdo con las afirmaciones de dirigentes musulmanes, que llaman a los mahometanos a ser más discretos a la hora de manifestar su fe.
Además de Cannes, otras dos ciudades galas han decidido vetar el bañador islámico. El Colectivo Contra la Islamofobia en Francia (CCIF) ha protestado contra tal decisión en el Consejo de Estado. Se espera que este se pronuncie en los próximos días.
Según diversas estimaciones, entre cuatro y cinco millones de musulmanes viven en Francia, de manera que el islam es la segunda religión del país. Tras los ataques de París, Niza y Normandía realizados por yihadistas, el debate sobre la posición del Islam en Francia y la necesidad de una reforma se ha intensificado.