Brasil está inmerso en la peor recesión en décadas —el PIB podría caer un 3,2 en 2016—, el Estado de Río de Janeiro está en bancarrota y muchos brasileños creen que el país ha sufrido un golpe blando para derrocar a la presidenta Dilma Rousseff.
En la calle cuesta encontrar muestras del llamado "espíritu olímpico".
Los ánimos de los brasileños no están para celebraciones.
Lo cierto es que el panorama que atraviesa Brasil hoy es muy distinto al que se vivía en 2009, bajo el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva.
Cuando en octubre de ese año el COI anunció que Río sería la sede de los Juegos de 2016 el país estalló de alegría.
"Cuando Brasil conquistó los Juegos había mucho optimismo por esa coincidencia de momentos: la Copa del Mundo y los Juegos Olímpicos, era la imagen de Brasil ascendiendo, volviéndose una potencia global, el país crecía a tasas muy altas, pero hoy es justo lo contrario: hay un anticlímax absoluto, el clima es negativo", explica a Sputnik el profesor de Derecho de la Fundación Getúlio Vargas (FGV) de Río de Janeiro, Michael Mohallem.
La crisis política que tiene su epicentro en Brasilia por el juicio político contra Rousseff queda en un aparente segundo plano, aunque podría volver a la primera plana.
El 'impeachment' contra Rousseff se encuentra en la recta final y con el calendario actual lo más probable es que la votación definitiva en el Senado, que decidirá si la presidenta pierde su mandato y es inhabilitada para ocupar cargos públicos, tenga lugar a finales de agosto, una vez acabados los Juegos Olímpicos, pero antes de los Paralímpicos, que empiezan el 7 de septiembre.
"Si finalmente Dilma es absuelta habrá muchas protestas, y si es condenada, también", aventura Mohallem, que no obstante recuerda que el principal escaparate de la crisis política del país llegará antes, el próximos viernes, con la ceremonia de abertura de los Juegos en el estadio de Maracaná.
Los gritos de "Fora Temer", una constante en Brasil desde que el antiguo vicepresidente de Rousseff asumiera el poder, no son el único factor que podría deslucir el momento de máximo protagonismo de Brasil en el escenario mundial.
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Para Mohallem, muchos jefes de Estado declinarán la asistencia a la ceremonia inaugural.
"Estar en la tribuna junto a Temer podría interpretarse como un gesto de apoyo al 'impeachment', por lo que muchos líderes serán prudentes y enviarán al segundo escalafón", pronostica Mohallem.
Hasta inicios de esta semana el Gobierno brasileño había confirmado la presencia en la ceremonia inaugural de 45 líderes mundiales del total de 206 países participantes en los Juegos.
La cifra contrasta con los 95 que estuvieron presentes en Londres 2012 o con los 86 de Pekín 2008. Países vecinos de Brasil que se mostraron muy críticos con el proceso de 'impeachment', como Bolivia, Venezuela y Ecuador, no enviarán a sus máximos representantes.
Para la profesora de Relaciones Internacionales de la Universidad Federal de São Paulo (UNIFESP), Esther Solano, Brasil perderá una oportunidad: "No creo que haya grandes problemas, pero quedará todo algo deslucido; desde el punto de vista diplomático Brasil podría haber sacado mucha más ventaja, pero las circunstancias no lo permiten", asegura a Sputnik.
La soledad de Temer no es el único factor que ensombrecerá el arranque de los Juegos.
Para evitar que la embarazosa situación de compartir espacio con Temer, al que Rousseff ha clasificado constantemente de "conspirador" y "traidor", los encargados del protocolo pensaron en una solución salomónica: reservar un espacio aparte donde estarían situados todos los expresidentes de Brasil.
La idea no gustó a Rousseff, que al menos por el momento no encaja en la categoría de "expresidente".
Después, el comité anunció que Dilma estaría en un camarote especial para ella, pero finalmente parece que ninguna de las opciones se va a materializar.
Rousseff no estará en Maracaná, como confirmó ella misma antes.
"Participé desde el inicio para traer los Juegos Olímpicos a Brasil, no voy a participar como espectadora de un acto del cual fui protagonista", escribió la presidenta apartada en su cuenta personal de Twitter.
— Dilma Rousseff (@dilmabr) 27 июля 2016 г.