Indonesia se independizó de Holanda tras la II Guerra Mundial. Sukarno, líder independentista, accedió al poder y se convirtió en el primer presidente. Rápidamente, la democracia se deterioró hasta convertirse en una dictadura.
En septiembre de 1965, se alcanzó un punto de no retorno: un grupo de militares indonesios del movimiento denominado '30 de septiembre' llevó a cabo una intentona golpista en el país. Mataron a seis generales.
El Gobierno de Sukarno no les echó la culpa a los militares, sino a los milicianos del PKI, de manera que impulsó una fuerte ola de violencia en el marco de la campaña anticomunista. El teniente general Suharto, que se convertiría más adelante en el segundo presidente del país, protagonizó la campaña, que derivó en centenares de miles de muertos al año siguiente.
El tribunal tenía como meta presionar al Ejecutivo indonesio a reconocer dichas atrocidades, organizar su propia investigación y castigar a los responsables. El TPI falló que el país asiático debía "reconocer lo ocurrido, pedir disculpas y dejar de fingir que no había pasado nada".
La sentencia puso negro sobre blanco, además, que EEUU, Reino Unido y Australia "fueron cómplices" en diferentes grados de la matanza.
Las autoridades indonesias no tardaron en responder al veredicto asegurando que "todo forma parte del pasado" y que su país "no reconoce la legitimidad del juicio".
En 1998, cuando Suharto abandonó el poder después de 31 años, muchos ciudadanos esperaron que se abriera un periodo de reformas. No obstante, sus seguidores conquistaron el poder.
"Es como si Hitler hubiera ganado la guerra y Himmler fuera un héroe nacional, salvador de la patria", explicó Joshua Oppenheimer, director de la película de 2012 'The Act of Killing', que puso el foco sobre la masacre y la dio a conocer al gran público.