Cada vez más aislado y desesperado por no poder reencontrarse con su familia, que sigue en Siria, Deyab resintió la ausencia de un plan estructurado por parte de las autoridades uruguayas para ayudar a su inserción y de los otros cinco hombres que vinieron de Guantánamo en diciembre de 2014.
Este hombre llegó a recomendar públicamente que sus "hermanos" que seguían en la prisión que no vinieran a Uruguay ni a otro país sudamericano, porque las condiciones aquí eran peores que en la base militar cubana.
Alimentación forzosa
Deyab adquirió notoriedad internacional por desafiar ante tribunales de EEUU la alimentación forzosa a la que lo sometían sus carceleros mientras llevaba a cabo huelgas de hambre en la prisión en la que permaneció, sin cargos, desde marzo de 2002.
Aunque la demanda no prosperó, en el transcurso del juicio el Gobierno de Estados Unidos presentó filmaciones de esos procedimientos que la justicia ordenó se hicieran públicas, accediendo al pedido de Deyab y de más de 13 medios de comunicación. Ese litigio todavía sigue en curso.
Deyab tiene problemas crónicos de salud en un riñón, en su espalda y en el sistema circulatorio, lo que se traduce en dificultades para caminar y en diferentes temperaturas en los dos lados de su cuerpo.
Padre de cuatro hijos, supo de la muerte del mayor en la guerra siria cuando llegó a Uruguay.
Problemas de adaptación
El agravamiento del conflicto sirio lo estresó aún más y dedicaba buena parte de su día a recibir y difundir información sobre las matanzas de civiles en su país.
En las últimas semanas, en medio de una inusual ola de frío en Montevideo, Deyab seguía sin agua caliente ni estufa y había incurrido en atrasos en los servicios de luz y teléfono.