El autor del texto, André Ballin, recalca que después de que el presidente de Rusia iniciara la operación en Siria, él pudo regresar a la arena política mundial por medio de "la demostración de su fuerza".
Ballin agregó que "fue un movimiento de ajedrez arriesgado, pero al fin y al cabo exitoso".
Nuevos clientes de este tipo de mercado, impresionados por la demostración de las armas, empezaron a acercarse a Moscú desde todos los rincones del mundo —de Asia, África y Oriente Próximo—.
La operación antiterrorista, emprendida después de la autorización de Damasco, le costó a Moscú unos 500 millones de dólares. Y tan solo el contrato de compra de 12 bombarderos Su-32, firmado en diciembre con Argelia, compensará todos los costes de las acciones en el país.
Otros países también mostraron su interés, de modo que los expertos vaticinan que los próximos pedidos aportarán unos 6.000 millones de euros a la industria militar rusa.
La cartera de pedidos de la principal agencia estatal intermediaria para la exportación e importación de productos relacionados con la defensa, 'Rosoboronexport', alcanzó unos 48.000 millones de dólares, declaró el jefe de Rostec, Serguéi Chemezov.
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"No hubo un descenso del volumen de ventas, sino al contrario, este crece constantemente", apuntó.
Según Chemezov, durante los últimos 15 años, Rusia exportó armamento a 116 países.
El Kremlin respeta estrictamente el embargo de la ONU sobre los suministros de armas, expresó Chemizov, y lamentó que, desde entonces, Rusia haya perdido los mercados sirio y libio.
El responsable de Rostec admitió, no obstante, que se realizan trabajos de mantenimiento y envío de municiones del material militar comprado anteriormente por Damasco. En este sentido, los S-400 desplegados en territorio sirio están bajo control de los militares rusos, subrayó Marujovski.