Hasta el momento, ningún partidario de la adhesión de Suecia a la OTAN pudo explicar las supuestas razones que Rusia podría tener para atacar a su país, escribe Guillou. No obstante, esta supuesta amenaza es la que se sigue usando como argumento principal para entrar en la Alianza militar encabezada por EEUU.
Hasta el jefe del Ejército sueco, Anders Brännström, vaticinó que Moscú atacará al país escandinavo "dentro de unos años", cita el autor.
"Pero, ¿para qué atacar a Suecia? ¿Qué ventajas obtendría Rusia, y a qué coste?", se pregunta el columnista.
Una invasión sin sentido
Según Guillou, el conflicto con Suecia significaría una guerra total con la Unión Europea entera —un paso extremamente ilógico desde los puntos de vista económicos y políticos de Moscú—.
Aunque los analistas occidentales ya calcularon que las tropas rusas necesitarían unas 60 horas para conquistar Tallin y Riga, los liberales suecos siguen afirmando que Putin de todas maneras va a "darse una vuelta" por el territorio sueco, defiende el autor.
El tema de las armas nucleares también se usa para atemorizar a la población de Gotland. El periódico Expressen, por ejemplo, advirtió de que Rusia atacará la isla con misiles lanzados desde los complejos Iskander desplegados en Kaliningrado —enclave ruso ubicado a unos 300 kilómetros de Gotland—, recuerda el autor. El medio no precisó qué ventaja bélica conllevaría el bombardeo nuclear de Gotland, ironiza el autor.
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La teoría de los liberales de que Rusia atacará Gotland para conquistar los países del Báltico contiene "una inconsistencia lógica del tamaño de un elefante", escribe el autor del artículo. Estonia, Letonia y Lituania forman parte de la OTAN, y esto es suficiente para protegerlos de cualquier amenaza. Por lo tanto, la supuesta inminencia de un ataque ruso a la región no es ninguna razón para adherirse a la Alianza, opina Guillou.
La sobreestimación del peligro
El miedo de la invasión rusa parece sobreestimado, opina el profesor de la Universidad de Copenhague, Ole Wæver, y la meta real es justificar el fortalecimiento de la Alianza en la región.
Lo más importante, dice Wæver, es que el ente pasa por alto los intereses de Rusia y viola todos los acuerdos entre la OTAN y el Kremlin. De esta manera, es Rusia quien tiene el derecho de percibir todos los movimientos de tropas y equipamiento militar cerca de sus fronteras como una "agresión" de la OTAN. No obstante, Rusia busca demostrar que hay que tener en cuenta sus intereses pero sin que esta defensa comporte el inicio de un conflicto militar.
La causa real detrás de la lucha de los liberales suecos por la adhesión de su país a la OTAN es su deseo de acercar la política exterior sueca —"demasiado independiente", según consideran— con la de EEUU que creen ser "más estable", continúa Guillou.
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Pero defender esta opinión es mucho más difícil que denunciar la 'amenaza rusa'. En realidad, los supuestos méritos de la política exterior de EEUU han llevado a varias guerras. Además, al ingresar en la Alianza, Suecia estaría en el mismo barco que "el dictador belicista turco" y con "Polonia y Hungría, que van en un rumbo contrario a la democracia".
Pero los partidarios de la OTAN silencian con éxito todos estos temas prefiriendo intimidar a los suecos con Putin. Esta táctica probablemente sirve a sus fines estratégicos, pero "no es noble", concluye el autor.