El ministro de Defensa ruso, también presidente de la Sociedad Geográfica Rusa, Serguéi Shoigú, anunció recientemente el envío de una expedición de 60 espeleólogos, bioespeleólogos y geólogos a la famosa y misteriosa cueva Këk Tash en la región de Altai. Será la expedición más grande en los últimos 20 años y de esta manera, Rusia retomará la investigación exploratoria que siempre había caracterizado a la Unión Soviética y que había sido olvidada en los años de la perestroika. Sin embargo, pese al anuncio de estudios botánicos y climatológicos en la zona, es bastante intrigante que sea el ministerio de Defensa quien reinicie la misteriosa exploración.
Desde tiempos inmemoriales, los hombres han tenido curiosidad por saber qué es lo que se encuentra en la profundidad de la tierra, y hasta ahora poco se sabe de lo que guarda la tierra en sus entrañas. En la Cueva Kruber —Voronia — Cueva del Cuervo—, en Abjasia, los espeleólogos llegaron hasta 2.197 metros de profundidad. Las ramificaciones de la gruta se extienden a lo largo de 16.058 metros de longitud. Los espeleólogos contaron que encontraron cuatro tipos de artrópodos —de la familia de insectos— y de allí no hay nada de información, excepto algunas fotos realmente impresionantes.
Los investigadores desde hace siglos hablan sobre la posibilidad de la existencia de otras civilizaciones, no solamente en el espacio, sino también debajo de nuestros pies, en la profundidad de la tierra. En 1904 el ingeniero ruso Piotr Rasscazov había creado el primer proyecto de un ‘podzemojod' —barco subterráneo— en forma de una cápsula que podría desplazarse debajo de la tierra largas distancias y bautizó su creación como ‘El Topo'. Sin embargo, el mismo año Rasscazov murió misteriosamente y los dibujos de su diseño desaparecieron para aparecer después de un tiempo en Alemania. Los científicos alemanes empezaron a modificar el diseño de Rasscazov, pero al sufrir su país la derrota en la Primera Guerra Mundial, tuvieron que dejar la creación de su propio ‘Topo', al que dieron el nombre de ‘Midgard Schlange' —Serpiente Midgard, en alemán—.
Era un barco subterráneo de exclusivo uso militar que pensaban utilizar para poder penetrar en Inglaterra por debajo del Canal de la Mancha, trasladando comandos de saboteadores. El plan se llamaba ‘El León del Mar' y su objetivo era hacer cundir el pánico en Inglaterra. Debido a los problemas técnicos, la construcción del barco subterráneo se estuvo demorando hasta que finalmente el jefe de las Fuerzas Aéreas alemanas, Hermann Göring, persuadió a Hitler de abandonar el proyecto ‘Serpiente Midgard' y dar prioridad a los aviones militares que "en minutos podrían bombardear y destruir Londres". Así terminaron todos los trabajos para construir el submarino subterráneo alemán.
Mientras tanto, en Rusia, desde los años 30' los ingenieros Alexander Trebelevskiy, A. Baskin y Alexander Kirilov estaban trabajando día y noche para construir su propio ‘podzemojod' llamado ‘Subterrín'. Tal fue su entusiasmo que Trebelevskiy dio a su recién nacida hija el nombre de Subterrina. Los ingenieros rusos no pensaban utilizar su aparato para fines militares, sino civiles, como encontrar yacimientos de minerales, petróleo y gas. La idea de Trebelevskiy consistía en crear un aparato que pudiera moverse tanto debajo de la tierra como funcionar también como un submarino.
Trebelevskiy y su grupo pasaron meses estudiando los movimientos de topos usando Rayos X. Ellos descubrieron que estos animales giraban sus patas delanteras y la cabeza, después empujaban su cuerpo con las patas traseras, y de esa manera la tierra que movían entraba en las paredes del túnel que los topos escavaban.
Durante la Guerra Fría este proyecto fue reorientado hacia fines militares y la potencia del ‘Subterrín' fue aumentada a base de la energía nuclear. El primer aparato fue construido en una fábrica especial de Crimea en 1964. El aparato tenía la forma de un cilindro metálico de titanio de tres metros de diámetro y 30 metros de longitud. Su tripulación era de cinco personas y el ‘Subterrín' tenía capacidad de transportar una tonelada de armamento y 15 militares de las fuerzas especiales. Su velocidad era de 15 km por hora.
Las primeras pruebas fueron hechas en los Montes Urales, en Siberia, en 1964. ‘El Topo de Combate' pudo penetrar fácilmente formaciones de granito y basalto sorprendiendo a los diseñadores y a los científicos militares. Sin embargo, durante el segundo ensayo, ‘El Topo', pilotado por el coronel Semion Budnikov, sufrió una explosión debajo de la tierra después de penetrar 10 kilómetros, pereciendo todos los miembros de su tripulación.
En realidad nadie sabe por qué abruptamente terminaron los experimentos con ‘El Topo', pues los cohetes, los transbordadores y naves espaciales habían sufrido muchos más accidentes y catástrofes, pero a pesar de las tragedias, incluyendo humanas, el hombre siguió adelante conquistando el espacio. ¿Entonces, por qué se decidió suspender abruptamente la exploración de las profundidades de la tierra?
Existen varias suposiciones bastante serias sobre la imposibilidad de penetrar nuestra tierra, una de las más divulgadas consiste en la idea de que en las profundidades de nuestra tierra, la Pachamama —nombre quechua—, habita una civilización desconocida que dirige la tierra y posiblemente todo el Sistema Solar. Los científicos místicos nazis crearon inclusive una sociedad secreta que pertenecía a la SS —Escuadras de Defensa, en alemán— y se llamaba ‘SS-Ahnenerbe' —La Sociedad para la Investigación y Enseñanza sobre la Herencia Ancestral Alemana— dirigida por el tenebroso Heinrich Himmler, jefe de las ‘Schutzstaffel (SS)'. Esta organización estaba integrada por arqueólogos, antropólogos, etnólogos, astrofísicos y muchos otros de los más destacados científicos de diferentes especialidades.
Los alemanes creían en la posibilidad de que la Atlándida estuviera en Cusco, Perú, particularmente en una red de cerros llamada Pachatusan que significa en español ‘sostén o puntal del universo'. A la vez, Pachatusan es una de las grandes deidades o Apus-espíritus guardianes de la civilización quechua. Coincidente a lo que buscaban los alemanes, la tradición indica que allí hay una puerta hacia el fondo de la tierra. Los habitantes de las zonas aledañas dicen que de allí salen extraños ruidos parecidos a voces de una gran multitud.
Mientras tanto el misterio de lo que guarda nuestra Pachamama en la profundidad persiste, dando incentivos a la fantasía humana que no tiene límites para que se sigan buscando caminos hacia las entrañas de la Tierra que habitamos.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
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